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La iniciativa apunta a crear nuevos productos no alcohólicos a partir de los residuos que deja la vinificación, como harinas, snacks o jugos naturales, para generar oportunidades concretas para el desarrollo rural.
Durante la jornada, los asistentes conocieron experiencias, ejemplos de innovación alimentaria y lineamientos técnicos sobre inocuidad y normas sanitarias que deberán cumplir las futuras microindustrias rurales.
Desde la municipalidad explicaron que esta articulación busca enfrentar un desafío histórico: el bajo precio del vino a granel y la escasa valorización del trabajo campesino.
El proceso contempla una mirada sostenible que rescata la esencia de la producción tradicional, pero con una proyección moderna e innovadora. La idea es aprovechar todo el potencial de la uva país, incluso aquello que antes se consideraba "desecho".
"Nos quedamos maravillados con la visita. Vimos una serie de cosas que se pueden hacer con los productos del campo, sobre todo con la uva. Antes el orujo era considerado un desecho, pero ahora sabemos que podemos elaborar harinas, galletas o jugos. Fue muy provechoso y nos vamos con muchas ideas para desarrollar", comentó María José Ibañez, una de las agricultoras participantes.
El proyecto se enmarca en un plan formativo que integra capacitación técnica, acompañamiento productivo y asesoría especializada en innovación alimentaria, con el objetivo de implementar una pequeña planta de procesamiento rural en el corto plazo.
Con el acompañamiento técnico de la UdeC, se espera que las primeras experiencias productivas estén operativas durante el próximo año.
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