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La Tribuna

Las historias de los afectados por la mala calidad de las casas de la constructora Galilea

por Juvenal Rivera Sanhueza

Karen Pincheira y Felipe Silva son parte de las 28 familias en la villa El Retiro de Los Ángeles a quienes los tribunales les reconocen los perjuicios sufridos por los problemas constructivos en las viviendas.

Mala calidad de las casas constructora galilea (13) /

Karen Pincheira recuerda perfectamente cuando comenzó todo. Fue con la primera lluvia del invierno de 2013 que el piso y las paredes de su casa inmediatamente se humedecieron.

La vivienda donde reside ella, su pareja y tres hijos (en ese entonces eran dos) se la habían entregado recién en enero de ese mismo 2013 en la villa El Retiro de la constructora Galilea, en el área poniente de la ciudad de Los Ángeles.

Después de algunos años de esperas, había hecho realidad el anhelo de tener un espacio propio donde vivir. Cuando las fuimos a ver mientras las construían, se veían preciosas. Después las entregaban pintadas y se veían muy bien, recuerda.

Sin embargo, durante el mes de julio, cuando ya algunas lluvias se habían cernido sobre la ciudad, teníamos la casa llena de grietas. La humedad había descascarado la pintura.

Los problemas se fueron sumando. Uno tras otro. La humedad y los hongos dentro de la casa se hicieron parte de la rutina de todos los inviernos. El asunto se agravó porque también las fisuras y otros problemas más severos.

El relato es Felipe Silva, otro propietario que es casado y tiene tres hijos, es idéntico. Nos fuimos a vivir de inmediato cuando entregaron la casa. Estábamos buscando un proyecto familiar de largo plazo y ahí coincidía por el precio y el espacio. Era un sueño de vida aunque esto significara endeudarme hasta la vejez.

La historia se repite también en la parte de las lluvias. Al inicio de la temporada invernal, se notaron las primeras fallas por la humedad, cuenta. Lo peor es que después aparecieron las fisuras, grietas, los desniveles.

Cada invierno, la escena de los muros cubiertos por hongos, incluso hasta medio metro de la pared, se reiteraba en la casa de Karen y de Felipe. Aunque eran vecinos en la misma villa, recién se conocieron cuando la falta de soluciones los hizo buscar el camino judicial para tratar de reparar los problemas constructivos en sus viviendas.

Al final, se dieron cuenta que no se trataba de un caso aislado. De acuerdo a sus relatos, una buena cantidad de casas del conjunto residencial tuvo problemas de la misma naturaleza. Aunque en principio eran unos 200 propietarios que reclamaban por ese tipo de daños, al final solo 28 presentaron las demandas civiles en contra de la constructora Galilea.

En septiembre de 2021, después de cinco años de tramitaciones, un fallo del Segundo Juzgado Civil de Los Ángeles les otorgó la razón a los vecinos y ordenó a la empresa el pago de indemnizaciones por un monto total de 250 millones de pesos. Dicho dictamen fue confirmado la semana pasada por la Corte de Apelaciones de Concepción.

La acción legal fue el recuro último luego que el servicio de post-venta, según los afectados, no les diera respuesta. Pese a estampar el reclamo de manera presencial y por teléfono, Karen asegura que no fueron a su casa. Aunque a otros vecinos les colocaron sellantes en muros para impermeabilizarlos, a ella solo le repararon un par de fugas de agua. Siempre decían que iban a venir y no llegaban, después se insistía y argumentaban que no tenían maestros, señala.

En el caso de Felipe incluso fue peor. Asegura que nunca fueron a su casa, pese a solicitarlo en reiteradas ocasiones. Incluso, le dijeron que debía conformarse porque así se entregaban las casas.

Es tan mala la calidad del trabajo que le raspo la pared con el dedo y se empieza a caer arena. No hay nada de cemento, acota.

Hubo un momento en que la empresa no nos empezó a responder. Nos tramitaban, nos enviaban para un lado y para el otro. No éramos casos aislados porque nos fuimos dando cuenta que todas las casas tenían problemas, señala la propietaria.

Ella misma cuenta que se su propio bolsillo debieron pagar reparaciones que, básicamente, buscan evitar que los muros se mojen con la lluvia. De lo contrario, los hongos aparecen con fuerza. Una solución similar debió aplicar Felipe que, de acuerdo a sus cálculos, le ha costado unos ocho millones de pesos hasta ahora.

Lo peor es que si llueve demasiado, no hay reparación que sea suficiente. Uno de los peritajes dice que la solución es demoler todo y empezar de cero, comenta.

A renglón seguido, reclama: No se imagina la tremenda frustración, rabia e impotencia que nos genera haber sido parte de esa burla, de este juego tan macabro de haber jugado con nuestros sueños.

Karen Pincheira confía en que si la empresa apela en última instancia, la Corte Suprema les dará la razón. Estamos confiados en que se hará justicia y que el fallo seguirá a favor de nosotros. Ha pasado harto tiempo, hartos años en que se viene un temblor y se pueda caer una muralla porque están fisuradas.

Nos ha llevado muchos años de paciencia para llegar a estos resultados. Vamos a seguir teniendo paciencia. Lo que esperamos es que se conozca la situación que nos afecta, que las personas sepan de estas malas prácticas para que no sufran lo que nosotros hemos vivido, asegura Felipe.

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