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La Tribuna

Los Ángeles lamenta deceso de uno de los últimos lustrabotas de la plaza de armas

por Juvenal Rivera Sanhueza

Después de desempeñar el oficio por más de 40 años, dejó de existir Pedro Acuña Sandoval. Familia lo homanejeóp en su lugar de trabajo.

Lustrabotas Plazza de Armas (1) / Pedro Acuña Sandoval en el oficio de lustrabotas

Fueron 40 años o incluso más en que desempeñó el oficio con particular empeño y dedicación. Pedro Acuña Sandoval (68) cumplía sin falta con su trabajo como lustrabotas en la plaza de armas de Los Ángeles. De lunes a sábado, de antes de las 8 de la mañana hasta el mediodía, en punto. Era un rito que cumplía con la mayor rigurosidad.

Así lo hizo por más de cuatro décadas. Así lo hizo también el viernes último. En la tarde de ese día no se sintió bien cuando estaba cortando el pasto (su otro oficio) en una vivienda de la  villa Galilea y prefirió quedarse en su casa de la población Dos de Septiembre.

En la tarde del domingo, fue encontrado fallecido por su sobrino Luis Fritz cuando se percató que no respondía las llamadas telefónicas durante el día. Una de sus tantas afecciones de salud le pasó la cuenta.

Con el deceso de don Pedro Acuña no solo está el dolor de una familia que siente su inesperada partida. Con él también se va uno de los últimos exponentes del oficio de lustrabotas, que ya está en franca retirada.

Es que hubo una época en que llegaron a ser más de 20 en la plaza de armas. Incluso, hubo quienes debieron trabajar en la Plaza Pinto.

Ahora, en pleno siglo XXI, no son más de tres los lustrabotas que cumplen con este noble oficio en el principal paseo cívico de Los Ángeles.

Instalados en los escaños que se ubican por calle Colón, llegan todos los días en que hay buen tiempo para continuar con una tradición.

Antes, pasar a lustrarse los zapatos a la plaza, era una costumbre. Eran la manera de tener una impecable apariencia, desde el terno, la corbata y los zapatos. No más de 10 minutos, que combinan la conversación, la lectura del diario del día o el simple ejercicio de mirar a quienes pasan casi siempre apresurados.

Dos golpes en el lustrín para cambiar de zapato embetunado, otros dos golpes para pasarle el paño y dejarlo brillante. Y así, hasta completar el proceso.

Pero el tiempo pasa, los hábitos cambian y ya casi no hay tiempo para lucir impecable el calzado. 

Sin embargo, Pedro Acuña Sandoval - que se ganó varios reconocimientos por su labor - siempre perseveró en mantener su rutina de todos los días, en los escaños de siempre, esperando al cliente que se tomara un poco de tiempo para tener los zapatos lustrados.

Su funeral fue este martes. En el lugar que fue su trabajo por década, su familia dejó una foto y un ramo de flores a modo de postrero homenaje.

 / Pedro Acuña Sandoval.

/ Pedro Acuña Sandoval.

 / Homenaje en la Plaza de Armas.

/ Homenaje en la Plaza de Armas.

 / Pedro Acuña Sandoval en el oficio de lustrabotas

/ Pedro Acuña Sandoval en el oficio de lustrabotas

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