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La Tribuna

Más de 1.700 millones de afectados ha dejado bajo rendimiento de cultivos debido a la degradación de tierras

por Jorge Guzmán Buchón

La edición de 2025 del informe "El estado mundial de la agricultura y la alimentación" aborda los efectos de la actividad humana en los suelos, una crisis generalizada que ha socavado la productividad agrícola y amenaza la salud de los ecosistemas en todo el mundo. Revertir solo el 10% del deterioro restauraría una producción suficiente para alimentar a 154 millones de personas más cada año.

Las prácticas de gestión sostenible de las tierras, como la rotación de cultivos y cultivos de cobertura, son esenciales para restaurar la productividad agrícola. / iStock

Alrededor de 1.700 millones de personas a nivel mundial viven en zonas en las que el rendimiento de los cultivos está disminuyendo a causa de la degradación de las tierras provocada por el ser humano. Esta alarmante cifra es recogida por el último informe "El estado mundial de la agricultura y la alimentación" (SOFA), publicado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

El documento transmite un mensaje claro: el deterioro de los suelos no es solo una cuestión ambiental, sino que también afecta a la productividad agrícola, los medios de vida rurales y la seguridad alimentaria.

LA PROFUNDIDAD DEL IMPACTO HUMANO

La FAO define la degradación de las tierras como una disminución a largo plazo de su capacidad para proporcionar funciones y servicios ecosistémicos esenciales. Este fenómeno no obedece usualmente a una sola causa, sino que resulta de una combinación de factores naturales —como la salinización y la erosión del suelo— y de presiones provocadas por el ser humano, que son cada vez más dominantes.

Entre los principales factores antrópicos se encuentran actividades como el sobrepastoreo, la deforestación y las prácticas insostenibles de irrigación y cultivo.

Para medir el fenómeno, el informe emplea un enfoque basado en la deuda de degradación y compara los valores actuales de tres indicadores clave del suelo —el agua, el carbono orgánico y la erosión— con las condiciones que existirían en estado natural, sin actividad humana.

OPORTUNIDADES PARA LA REVERSIÓN

A pesar de la gravedad de la situación, el informe de la FAO sugiere que bastaría con revertir el 10% de la degradación provocada por el ser humano en las tierras de cultivo existentes. Entre las alternativas se destaca la adopción de prácticas de gestión sostenible de las tierras, como cultivos de cobertura y rotaciones de cultivos con miras a reducir la erosión; preservar la salud del suelo y contribuir a la biodiversidad.

Hacer esto, según el informe, restauraría la producción suficiente para alimentar a 154 millones de personas más cada año.

ESTRATEGIAS DE POLÍTICAS ADAPTADAS

El documento insta a la adopción de intervenciones en materia de políticas y estrategias integradas de uso de las tierras. Entre ellas se incluyen programas basados en incentivos, medidas reglamentarias como controles de la deforestación y mecanismos de condicionalidad que vinculen las subvenciones a los resultados ambientales.

La comunidad internacional ha reconocido el deterioro terrestre como un desafío mundial esencial. Más de 130 países se han comprometido a lograr la neutralización de la degradación de las tierras en el marco de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación.

La FAO encabeza las iniciativas para evitar, reducir y revertir la degradación de las tierras mediante datos, iniciativas sobre el terreno y orientación en materia de políticas. Como organismo responsable del indicador del Objetivo de Desarrollo Sostenible 2 —de Hambre cero—, la FAO supervisa y brinda información actualizada sobre la distribución mundial de las brechas de rendimiento agroecológico. Para esto, utiliza su sistema de Zonificación Agroecológica Mundial (GAEZ v5).

El programa chileno de recuperación de suelos

En Chile, el Programa de Recuperación de Suelos Degradados —un sistema de incentivos para la sustentabilidad agroambiental de los suelos agropecuarios— consiste en una ayuda económica, no reembolsable, destinada a cofinanciar aquellas actividades y prácticas destinadas a recuperar los suelos agropecuarios deteriorados y mantener los niveles de mejoramiento que pudiesen alcanzarse.

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