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Una coyuntura climática e histórica en los principales países productores ha generado una súbita alza en el precio internacional de la avellana, un evento que los productores califican como la "famosa helada de la década" y que se repite en un ciclo de cada 10 a 11 años.
Este fenómeno, que impactó zonas productoras turcas hasta los 700 metros de altura, produjo una especulación generalizada y un quiebre de stock en el mercado global, lo que atrajo la atención hacia la producción chilena. Ante esta favorable situación, el país se ha transformado en un actor clave, capaz de convocar a poderes compradores. Sin embargo, ello trae aparejada la preocupación sobre si los agricultores serán capaces de gestionar el crecimiento exponencial del rubro.
El reciente aumento en el valor de la avellana se explica principalmente por los eventos ocurridos en el principal país productor. El presidente del Comité del Avellano, Rodrigo Viñambres, detalla que la helada afectó gravemente a las zonas productoras en Turquía y alcanzó incluso cotas de 400 a 700 metros de altura.
A pesar del alza inicial, el representante informa que la dinámica del precio ha sido volátil. Mientras la avellana ascendía durante su estancia en Turquía, observó posteriormente una "bajada violenta" de casi dos dólares hacia la primera semana de fines de octubre, sin una causa clara. El vocero del sector señala que actualmente no se ha transado ni exportado una gran cantidad de avellanas, debido a que existe la percepción de que los compradores están especulando con la caída del stock.
Los compradores, según el reporte del líder gremial, están consumiendo las existencias que ya poseían. De hecho, los mismos compradores turcos han tenido que recurrir a mercados externos para suplir la demanda europea y traen suministros de países como Estados Unidos y Chile, aunque este stock es limitado. El experto subraya que la ausencia de un evento de helada en Turquía el próximo año podría reajustar inmediatamente el mercado.
La situación del avellano en Chile contrasta marcadamente con la de Europa, lo que ha elevado el atractivo del producto nacional. En Italia, el directivo se mostró impresionado por la severidad de la plaga del chinche asiático, que ha infestado huertos de avellano y plantaciones adyacentes, como las de tomate.
A nivel productivo, las diferencias son abismales. Mientras que en Italia los productores más exitosos reportan cosechas de solo 12 quintales por hectárea, el rendimiento chileno es sustancialmente superior. La autoridad gremial detalla que, para hacer una comparación, incluso los huertos catalogados como "malos" en Chile entregan rendimientos de 2.000 kg ―20 quintales―. Más aún, un huerto clasificado como normal en la última temporada histórica produjo sobre 3.300 kg por hectárea, equivalentes a ―33 quintales―.
La actual coyuntura implica que todos los focos del mercado mundial están puestos en la producción de Chile. Una señal de este crecimiento es la confirmación de que se está instalando otro poder comprador en el territorio, lo que incrementa la competencia y consolida el interés internacional.
Sin embargo, el presidente gremial alerta sobre la principal preocupación interna: el riesgo de sobreplantación. La voz experta indica que las expectativas de plantación son muy elevadas y se estiman sobre 4.800 a 5.000 nuevas hectáreas anuales en los próximos dos años.
El directivo proyecta que este ritmo acelerado podría significar que, en tres a cuatro años, se sumarían 20.000 hectáreas adicionales a las cerca de 58.000 existentes, lo que acercaría al país a las 80.000 o 90.000 hectáreas. El riesgo a largo plazo es alcanzar las 100.000 hectáreas en unos años más.
Ese temor radica en que, a pesar de que la baja producción en Turquía e Italia configura una "tormenta perfecta" para Chile, se debe tener cautela ante posibles sorpresas, como la aparición de China en este mercado, tal como ocurrió en el sector de las nueces.
El representante del comité enfatiza que la estrategia debe centrarse en cambiar la visión de los agricultores. Históricamente, Chile ha operado cómodamente con un poder comprador que concentra cerca del 90% del volumen y se encarga del almacenamiento. No obstante, el directivo considera esencial que el sector aprenda a manejar la guarda de la avellana para obtener mayor poder y flotar en la incertidumbre del mercado.
El presidente gremial considera que, si bien la industrialización es otra materia y requiere cautela, la guarda es fundamental para ordenar la recepción. Actualmente, todos los agricultores cosechan y entregan simultáneamente, lo que llena los circuitos y las plantas de recepción en una sola semana. El objetivo es establecer un programa de entrega de, por ejemplo, cinco meses.
Finalmente, el llamado del dirigente gremial es a la unidad y cohesión de los agricultores. Esta unidad no es solo necesaria por la preocupación de los mercados externos, sino para proteger fitosanitariamente el nuevo negocio de agentes externos, como el chinche asiático, que ha devastado otros países.
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