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En un esfuerzo crucial por mejorar la competitividad y la rentabilidad de uno de los cultivos más importantes para la agricultura nacional, se ha constituido formalmente el Comité de la Avena. Esta nueva instancia reúne a representantes de la industria, a los molineros y a los líderes de las asociaciones gremiales productoras de avena. El objetivo primordial de esta mesa de trabajo es examinar y abordar exhaustivamente las problemáticas que afectan a toda la cadena productiva. Según Sebastián Naveillán, presidente de la Asociación de Agricultores de Malleco, esta iniciativa busca afrontar de mejor forma los desafíos que presenta la producción de avena.
El máximo representante de los agricultores de Malleco detalló que la creación de esta plataforma de conversación surgió de la necesidad de trasladar el esquema de cooperación y análisis implementado en el sector triguero. Al sentarse a dialogar "cara a cara con la industria", muchos de cuyos integrantes ya son conocidos por los productores debido a relaciones comerciales previas, el objetivo era claro: poner en común los problemas inherentes al negocio de la avena y las dificultades del cultivo como tal.
Agregó que es vital que el sector agrícola se adapte a las nuevas exigencias del mercado y, especialmente, a los requerimientos cambiantes de los consumidores modernos. El Comité busca articular soluciones que permitan al agricultor tener la certeza de que su producto será pagado a un precio justo, reconociendo el verdadero valor del cultivo.
El líder gremial hizo una observación crítica respecto a los límites del diálogo en esta instancia: por estricto cumplimiento de las normativas de libre competencia y para evitar cualquier indicio de monopolio, los temas de precios y valores quedan expresamente excluidos de las conversaciones dentro del Comité.
Otro punto de fricción son los estrictos requerimientos de calidad impuestos por la industria transformadora. Naveillán explicó que estas exigencias son una respuesta directa a las características de calidad (como ciertas especificaciones de la hojuela) que solicitan los clientes finales de la industria.
El cultivo de la avena es exigente en términos hídricos, pues requiere mucha agua. Por consiguiente, en las zonas más secas o con déficit de riego, la avena cosechada tiende a ser "más delgada". Esta delgadez no permite alcanzar el estándar de peso o calidad que la industria exige para el procesamiento, lo que resulta en el rechazo del producto al llegar a la planta. La mesa de trabajo está revisando los pros y contras del negocio para identificar cómo mejorar estos aspectos, asegurando al consumidor una avena de alta calidad y al agricultor, un precio justo.
El dirigente de la Asociación entregó datos relevantes sobre la posición de Chile en el mercado global: el país es el segundo exportador de avena en el mundo. Esta distinción subraya la importancia estratégica de este cultivo a nivel internacional. De hecho, como reconocimiento a esta posición, el próximo año se celebrará el Congreso Mundial de la Avena en Pucón, en la Región de La Araucanía, un evento catalogado como "interesante" por Naveillán.
Esta fuerte orientación exportadora genera una sensibilidad directa a los factores logísticos. El titular de la asociación señaló que los problemas que afectan a los puertos, específicamente en términos de la infraestructura y capacidad para la exportación, tienen un impacto directo y negativo en las exportaciones de avena chilena.
El gran reto del Comité de la Avena radica en la inestabilidad económica del producto. El grano es fundamental para la sustentabilidad agronómica, pero su precio es volátil.
El presidente Naveillán explicó que la avena cumple un rol necesario y obligatorio en la rotación de cultivos. Es un cultivo que el agricultor debe incorporar forzosamente en su planificación anual para llevar un manejo adecuado de las enfermedades y malezas presentes en el suelo. Por esta razón, existe un número de hectáreas que, aunque fluctúa, debe sembrarse con avena obligatoriamente todos los años, debido a la necesidad de la rotación.
Este factor agronómico se cruza con un problema de mercado profundo: el precio de la avena no se transa en la bolsa como un commodity, a diferencia del trigo (aunque existe una avena de consumo animal que sí se transa, el precio de la avena chilena no se determina por la bolsa).
Esta situación es crítica, dado que los agricultores están obligados a sembrar avena, incluso cuando su precio es bajo, llegando a estar "mucho más por debajo al precio del trigo". Si bien históricamente la avena ha sido un cultivo más económico, la combinación de la obligatoriedad agronómica y los altos costos actuales de producción resulta en que la rentabilidad en los sectores de secano sea prácticamente nula.
El trabajo conjunto de la cadena apunta a lograr que la venta del producto final sea más estable, lo que a su vez, se espera, genere mejores salidas comerciales. Esto, según el líder gremial, podría eventualmente estabilizar los precios, haciendo del cultivo un negocio estable, rentable y atractivo para los productores, a pesar de ser un cultivo que, por necesidad agrícola, deben mantener en sus campos.
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