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La Tribuna

Incendios forestales arrasan en la última década con el 23% del suministro de madera para la industria

por Unidad de investigación

La tendencia a que haya más incendios y a que éstos causen cada vez más daño, afecta a un aspecto clave de la economía regional.

Incendios forestales 2023 / Cedida
Según el INFOR, en 2022 por cada diez árboles plantados, se quemaron ocho. Como se prevé que las condiciones empeoren en el mediano plazo, tanto autoridades como el Estado redoblan sus esfuerzos en prevención y combate del fuego.

Dudoso honor para la provincia de Biobío.

El primer incendio forestal de la temporada 2023 - 2024, comenzó el 10 de octubre en la comuna de Santa Bárbara.

El siniestro, avanzó con rapidez, y en una semana, arrasó más de 2.000 hectáreas antes de que los equipos de emergencia pudieran controlarlo.

Es que, a pesar de que se contó con el apoyo de brigadas terrestres y cuatro helicópteros, las condiciones climáticas fueron muy adversas. Las ráfagas de viento, de más de 60 kilómetros por hora, no solo facilitaron el avance de las llamas, también mantuvieron las aeronaves en tierra por seguridad.

Con esto, la región del Biobío se coloca como la que tiene más daño acumulado a la fecha, 2.220 hectáreas según las estadísticas de la Corporación Nacional Forestal, Conaf.

Y lamentablemente, el proceso sigue en curso. Según el organismo, hay seis incendios activos en el país, tres de ellos en la región. 

Hace una década, un incendio de esta magnitud era impensable para esta época del año. De hecho, entonces, la temporada de incendios se concentraba en los meses de diciembre a marzo.

Hoy, es diferente. El fuego comenzó apenas 40 días después de que se extinguieran los últimas brasas de la temporada 2022 - 2023, hacia finales de agosto.

Es, según Rodrigo Jara, Director Regional de Conaf, una muestra de lo que viene.

"Progresivamente, la temporada se adelanta. Y estamos enfrentándonos a un escenario en que se traslapa con la anterior, porque el periodo de emergencias está comenzando cada vez más temprano, y se extiende por más tiempo", asevera.

"Es una tendencia a nivel global, que viene dada fundamentalmente por el cambio climático. Las temperaturas son más altas y hay menos disponibilidad de agua. Además, las condiciones empeoran: el último verano, tuvimos en la provincia de Biobío días con más de 40 grados, con vientos que alcanzaban 70 kilómetros por hora y una humedad ambiente del 10%", añade.

El escenario descrito por Jara supera con crecer el umbral considerado hasta ahora como riesgoso para la ocurrencia de siniestros, la denominada regla "30 - 30 - 30", es decir, 30 grados de temperatura, vientos de 30 kilómetros por hora y una humedad ambiente del 30%.

No es el único riesgo que se incrementa con el avance del cambio climático en la provincia, que ha visto la afectación del agro, remociones masivas e inundaciones. Pero sí es, dada su estructura económica vinculada al rubro maderero y forestal, el que tiene más impacto local.

Consecuencias adversas

El aumento de la frecuencia con que ocurren los incendios forestales, y del área que afecta cada evento, sólo tiene impactos negativos. La temporada anterior dejó en la Región del Biobío 18 fallecidos y cientos de damnificados, lo que llevó al Gobierno a entregar en la zona 1.240 viviendas de emergencia.

A mediano y largo plazo, los efectos también son duros.

Alejandro Casagrande, presidente de la Corporación de la Madera, Corma, en Biobío y Ñuble, explica que "en los últimos diez años, solo producto de incendios forestales, se ha perdido un 23% de los bosques que abastecen a la industria productiva".

Según el dirigente gremial, esto afecta sobre todo a los pequeños y medianos productores, que son claves en las economías locales.

"Los bosques que se queman, desaparecen. Porque, si tu plantas por ejemplo, eucaliptus, eso recién se corta en 14 años más", señala.

"Siempre es posible volver a levantarse, pero hay muchos pequeños que deciden no volver a plantar, y entonces, lo que va ocurriendo, es que tienes menos plantaciones al final", concluye.

Es una cadena. Menos suministro de materia prima, significa que suben los costos, con lo que los aserraderos y manufacturas se ven presionadas, sobre todo los que cuentan con menos margen.

Adicionalmente, señala Casagrande, en las economías de comunas como Cabrero, Yumbel o Nacimiento, es clave el rubro forestal.

"Es lo que mueve a estas comunas. El tema forestal marca su ritmo", indica.

"Hay procesos de siembra, de poda, de mantención, de transporte, de cosecha, que son constantes. En la región, son cerca de 140 mil personas las que viven de esto, empleos directos solamente", afirma.

El impacto de los incendios se deja sentir en el empleo local, fuertemente. Según el último boletín del Instituto Nacional de Estadísticas, INE, el desempleo en la región alcanzó el 8,6% en el trimestre de julio a septiembre, la última cifra disponible. El año pasado, en igual periodo, el número fue menor: 6,8%.

¿Dónde están las principales bajas?

Aquí: "Las ramas que presentaron mayor disminución fueron industria manufacturera (-10,8%) y construcción (-11,7%)", indica el boletín.

La disminución en la disponibilidad de madera tiene más consecuencias, además del empleo.

Un repaso a las estadísticas del Instituto Forestal, INFOR, entrega buenas pistas.

En 2012, se plantaron en la región 51.675 hectáreas y se produjeron 4.022 metros cúbicos de madera aserrada. Este proceso dio empleo a 15.940 personas.

Diez años después, la baja es notable.

En 2022, se plantaron 29.620 hectáreas, se pudieron aserrar apenas 3.076 metros cúbicos de madera, y se empleó en esto a diez mil personas.

La cantidad de empleos vinculada al proceso de plantar árboles da cuenta de cuán laboriosa y esforzada es esta ocupación.

Y pone en terrible perspectiva el daño que provocan los incendios. Porque si en 2022 se sembraron 29.620 hectáreas de bosques en el Biobío, ese mismo año el fuego arrasó 23.246.

En simple, por cada diez árboles que se plantaron en la región, que quemaron 8.

Las consecuencias no paran ahí. El volumen de los subproductos del aserreo bajó un 11,8%, y con esto, suben las importaciones de madera. Para 2022, en un 22%.

"Este tema tiene consecuencias que van mucho más allá de lo económico. Son personas que pierden sus casas, son empleos que se pierden. Sube el costo para las familias que quieren construir su vivienda", dice Casagrande.

El valor de prevenir

Con la experiencia de este verano fresca en la memoria, tanto los privados como el Gobierno decidieron aumentar sustancialmente los recursos que dedican al combate del fuego.

Nunca se había visto un alza mayor.

"Este año aumento en un 47% el monto destinado a esto. Se alcanzaron US$ 148 millones, es una subida muy importante", sostiene Rodrigo Jara.

Con este dinero se habilitarán 311 brigadas, incorporando por primera vez 28 de trabajo nocturno. Las aeronaves sumarán 70.

"Es relevante lo que se está haciendo en este ámbito, pero lo que buscamos reforzar sobre todo, y en coordinación con el Estado, con Senapred, con Conaf, es el tema de la prevención. No hay otro modo", afirma Casagrande.

"En anillos de protección en torno a sectores poblados, tenemos 20 mil kilómetros", añade.

En línea recta, esto equivale a la distancia que hay entre la ciudad de Los Ángeles, en la provincia de Biobío, y Beijing, en China, al otro lado del mundo.

"Podemos dedicar todos los recursos, pero esto tiene que ir acompañado de un cambio cultural. La comunidad tiene que tomar consciencia, porque casi todos los incendios son provocados por el hombre", indica Jara, respecto de la labor que desarrollan en conjunto con Senapred y Corma, para capacitar a Juntas de Vecinos y comunidades que viven en zonas de riesgo.

Para Casagrande, además, se requiere un apoyo a quienes han perdido sus bosques.

"Urge una Ley de Fomento, es decir, que se pueda volver a plantar lo que se quemó. Muchas veces, el predio se abandona, y eso es un riesgo adicional, porque tampoco se controla, no tiene trabajo preventivo", explica.

"Tenemos que tomar consciencia de esto. El mundo está transitando de economía basada en los derivados del petróleo, con una alta huella de carbono, a la que se llama bioeconomía. En el centro de esto, está la madera, la fibra. Es el futuro", finaliza.

Las cifras que avalan la tendencia:

En la actual temporada, la Región del Biobío ha tenido 78 incendios. Es menos que el año pasado, cuando tenía 126, pero el daño es mucho mayor.

Si en 2022 - 2023 este alcanzaba las 97 ha, hoy se empina por las 2.240.

Un aviso alarmante:

En general, la temporada de ocurrencia de incendios del hemisferio sur, refleja lo que ocurre en los seis meses previos en el otro lado del mundo.

El verano boreal ha sido cruel. Sólo Canadá ha perdido el 5% de su superficie forestal. En el enorme país del norte, esto significa un daño de 18.4 millones de hectáreas, el equivalente a toda la superficie de bosques, nativos y plantados, que hay en Chile.

Diferencia en el desarrollo:

En Chile, el presupuesto dedicado al combate de incendios alcanzó este año los US$ 148 millones, la más alta en la historia del país. Aunque el incremento es grande, la cifra palidece cuando se compara con los presupuestos de otros países, como España, que destinó US$ 180 millones sólo a la provincia de Andalucía, una de las más afectadas por este tipo de emergencia en 2023.

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