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La palabra cáncer está asociada a una serie de términos que por décadas han ido quedando en el colectivo social sin precisar sus alcances en quienes reciben este diagnóstico. Frases como "tienes que luchar", "no te puedes dar por vencido", "no perderás esta guerra", forman parte del denominado lenguaje bélico, que, si bien tiene un origen histórico, posee implicancias negativas en el tránsito de la enfermedad.

Así lo hizo ver la psicóloga Andrea Ortiz, especialista en Psicooncología y magister en Intervención de Duelo, quien conversó con el podcast "Hagamos Salud", acerca del manejo de pacientes de la Unidad de Cuidados Paliativos del Complejo Asistencial "Dr. Víctor Ríos Ruiz", quienes muchas veces se ven enfrentados a la presión de estas palabras que provienen desde su propia familia, o incluso del personal tratante.

"No existe una actitud buena ni mala frente a una enfermedad oncológica, ya que cada uno la va a vivir de la mejor forma posible. Sin embargo, cuando al paciente se le indica que tiene que luchar, y que tiene que seguir adelante, su sufrimiento lo vive en soledad, porque el entorno no permite que llore, que exprese rabia, desilusión o frustración. Por ello, en la medida que eliminemos el lenguaje bélico, le vamos a dar la oportunidad al paciente y a la familia, para llorar y enojarse si es que así lo desea", explicó la profesional.

Para Ortiz, es importante que el usuario esté en pleno conocimiento a la hora de tomar decisiones, y que sepa todos los pros y los contras relacionados con su diagnóstico y tratamiento. En ello cobra vital relevancia la información que se le entregue tanto del manejo clínico, como psicológico y social, por parte del equipo multidisciplinario del Centro de Responsabilidad del Cáncer.

El Complejo Asistencial también es un centro de apoyo PINDA, es decir, acompaña en el proceso de fin de vida a niños y adolescentes que residen en la provincia de Biobío y que han sido diagnosticados, por ejemplo, de leucemia o sarcoma avanzado. Se estima que anualmente son tres o cuatro los pacientes derivados desde sus centros de referencia en Concepción o Santiago, quienes reciben acompañamiento junto a sus familias en este proceso.

En esa línea, la psicooncóloga especificó que, considerando el estado emocional y cognitivo del menor, se "propicia que en lo posible el paciente siga siendo niño y/o adolescente, ya que a diferencia del adulto él no tiene problema en hablar de la muerte, porque no hay un aferro a la vida. Si bien su estado emocional depende mucho de cómo ve a sus padres, también hay que validar las emociones de estos, permitirles que lloren", puntualizó.

Finalmente, Ortiz hizo hincapié en que no hay tiempos ni límites para vivir la pérdida de un ser querido, lo que da la libertad a los profesionales de la salud mental para poder acompañar a los pacientes y sus cuidadores de una forma que está en cambio y actualización constante, con el propósito de hacer este tránsito más llevadero.