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Según explicó el fiscal jefe de Bulnes, Álvaro Hermosilla Bustos, el acusado aprovechaba la cercanía y la confianza del barrio: las menores, de entre 5 y 10 años, vivían en el sector y solían ir al negocio a comprar, momento en que Campos cometía los ataques.
El caso salió a la luz luego de que una de las niñas denunciara la situación, permitiendo que otras víctimas también relataran agresiones similares.
Tras tres días de juicio, el tribunal estableció que existía un patrón de conducta claro, donde el hombre repetía los actos de significación sexual en el mismo contexto, utilizando la rutina del almacén como oportunidad para acercarse a las niñas.
La defensa intentó plantear que todo se debía a un supuesto "pánico colectivo" generado por denuncias falsas, pero el tribunal descartó esa versión.
Los jueces determinaron que los testimonios de las víctimas fueron lógicos, coherentes y veraces, y que reflejaban hechos realmente vividos y no influenciados por terceros.
La investigación fue llevada adelante por la Fiscalía de Bulnes junto a la Brigada Investigadora de Delitos Sexuales (Brisex) de la PDI, quienes reunieron las pruebas que permitieron llegar a esta condena.
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