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Presidio perpetuo calificado: Los casos más brutales de la historia delictual de Los Ángeles

por Juvenal Rivera Sanhueza

El excarabinero que asesinó a María Jesús Troncoso se suma a Víctor Gómez Quezada, sindicado como el autor de una serie de ultrajes sexuales cometidos entre 2004 y 2005 en el sector María Dolores de Los Ángeles.

Uno de los condenados por los ataques sexuales. / La Tribuna

En la historia delictual de Chile, la pena de presidio perpetuo calificado es la más severa del ordenamiento jurídico y se aplica a los delitos más graves dentro del sistema penal. Esta condena establece que el reo debe cumplir al menos 40 años de cárcel efectiva antes de solicitar algún beneficio penitenciario, como la libertad condicional o la salida dominical. Suele imponerse en casos de homicidio calificado, violación con homicidio, parricidio y otros crímenes de extrema gravedad. 

A nivel nacional, hay varios casos emblemáticos, como la pena aplicada a Mauricio Ortega, condenado por el ataque a Nabila Rifo en 2016. Aunque en un principio recibió presidio perpetuo calificado, su condena fue revisada y modificada. Otro ejemplo es el de Hugo Bustamante, apodado el "asesino del tambor", quien fue sentenciado a esta pena tras ser declarado culpable del homicidio y descuartizamiento de su pareja en 2005. Años después, tras obtener la libertad condicional, reincidió y asesinó a la adolescente Ámbar Cornejo en 2020. 

Otro caso es el de Francisco Silva y Johanna Hernández, condenados por el brutal asesinato del profesor Nibaldo Villegas en 2018. Ambos recibieron presidio perpetuo calificado debido a la premeditación y crueldad del crimen. 

HISTORIA LOCAL

En la historia delictual de la provincia, además del reciente dictamen contra el excarabinero Jorge Rebolledo Martínez por el asesinato de María Jesús Troncoso (que aún debe ser ratificado si no prospera el recurso de nulidad de su defensa), solo una vez antes se ha dictado una condena de presidio perpetuo calificado. 

Se trata del juicio contra Víctor Gómez Quezada, hallado culpable de una serie de ataques sexuales perpetrados entre 2004 y 2006. En un caso poco común en la historia criminológica, Gómez Quezada no actuaba solo: varios de los ultrajes fueron cometidos junto a Daniel Jorquera Hermosilla. 

Ambos operaban en el camino a María Dolores. Este tipo de ataques solo es comparable con los delitos de los "Psicópatas de Viña del Mar" de principios de los años 80, varios de los cuales terminaron en homicidios. Los dos involucrados terminaron frente a un paredón en enero de 1985.

Aunque la pareja de atacantes de Los Ángeles no llevó sus crímenes hasta el asesinato, la justicia estableció que, de los 11 casos por los cuales fueron acusados, a Gómez se le probó participación en siete ataques, principalmente por robo con violación y violación. A su acompañante, en tres. 

A Víctor Gómez Quezada (ahora de 59 años) se le demostraron esos siete ultrajes. Este hombre, cuyo domicilio estaba en la población Chile Barrios pero que acudía allí solo ocasionalmente, fue definido como el más cruel y violento de los dos. Aunque su oficio era el de mueblista, se dedicaba a vender leña y recorría la ciudad en su totalidad. Acechaba hasta altas horas de la noche a parejas que buscaban soledad para intimar. Encapuchado y armado con cuchillos, las abordaba con golpes y amenazas de muerte. Luego, amarraba al hombre y sacaba a la mujer a unos metros del lugar para atacarla sexualmente. Finalmente, les robaba dinero, joyas, teléfonos o cualquier objeto de valor. Su acompañante, Daniel Jorquera Hermosilla, ahora de 69 años, solo perpetraba los ultrajes después de que su compañero lo hiciera. 

El juicio oral, realizado entre agosto y septiembre de 2006, generó enorme expectación mediática. Una decena de casos fue presentada ante los jueces por parte de los fiscales. Entre las víctimas, llamó la atención la presencia de un sacerdote y una feligresa, atacados en el camino a Nacimiento. 

Sin embargo, se estima que el número real de víctimas fue mucho mayor. Por miedo, vergüenza u otras razones, varias declinaron prestar declaración y sumarse a la parte acusadora. ¿Cuántas más? Solo sus atacantes lo saben. 

Durante el período en que se perpetraron los ataques sexuales (entre el 7 de enero de 2004 y el 15 de junio de 2006), el tema no trascendió masivamente. Para evitar generar alarma en la comunidad y no alertar a los agresores de que estaban siendo investigados, se mantuvo un estricto sigilo sobre la información. 

La captura de Gómez Quezada fue posible gracias a un teléfono celular robado a una de sus últimas víctimas. La georreferenciación de las llamadas permitió a los detectives de la Brigada de Delitos Sexuales de la Policía de Investigaciones dar con un domicilio clave. Las pruebas de ADN obtenidas situaron a Gómez Quezada en siete de los 10 ultrajes. 

Algo similar ocurrió con su cómplice, Jorquera Hermosilla. En tres casos, las evidencias biológicas lo situaron en el lugar de los ataques. En total, fue condenado a 25 años de prisión. 

Cuando Gómez Quezada fue detenido por los detectives, no mostró mayor inquietud. Su semblante se mantuvo imperturbable durante todo el juicio oral, mientras sus víctimas relataban uno a uno los crímenes. Tampoco se inmutó cuando los jueces le comunicaron su sentencia: presidio perpetuo calificado. Es decir, 40 años de reclusión efectiva antes de poder postular a algún beneficio carcelario, como la salida dominical. 

Desde la instauración de la Reforma Procesal Penal, la condena contra Víctor Gómez Quezada había sido la más severa impuesta a un reo en la provincia de Biobío. Si se confirma la condena contra el ex carabinero que asesinó María Jesús Troncoso, ahora serán dos.

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