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La Tribuna
Columnista

Los Ángeles... desde los arenales

Mario Ríos Santander

por Mario Ríos Santander

Cuando el crecimiento de una sociedad, un asentamiento humano, crece sobre bases de multiplicación permanente, su destino final nunca será enteramente conocido. Al revés, aquellos que asentados en un lugar viven y gozan de patrimonios extinguibles, su meta final ya fue conocida en el momento mismo en que esa agrupación humana se asentó en aquel lugar.

Chile tiene muchos ejemplos de unidades sociales desaparecidas. Basta observar aquellos caseríos del norte, en el desierto, que viven en la más absoluta soledad porque el objetivo de su nacimiento ya se acabó. Era un mineral, una salitrera. Más cercano a nosotros, las soledades de antiguas estaciones, cuyas bodegas desvencijadas son un monumento triste que recuerda instantes activos con el paso del ferrocarril, hoy solo en los recuerdos.

Otras comunas algo más modernas se mantienen porque en épocas de mayor riqueza lograron establecer unidades urbanas que dieron y dan cierta satisfacción en la vida de quienes han permanecido en ellas. Talca, por ejemplo, de las ciudades "grandes"; Los Sauces, de las pequeñas; y un conjunto de poblados menores nacidos por razones laborales cercanas. Un buen ejemplo es Laja: desaparece la papelera, adiós ciudad. Nacimiento vivió sus años de gloria cuando a fines del siglo XVI se constituyó en una suerte de consulado que atendía los asuntos españoles en tierras y cuestiones mapuches en zonas de conquista ibérica, situación que la mantuvo viva por 200 años hasta que comenzó a decaer —en el terremoto de 1960 tenía 660 casas y nada más—, pero se revitalizó con el arribo de la industria forestal, hoy con gran actividad y crecimiento urbano en expansión.

Hoy la situación de mayor o menor crecimiento tiene nuevos componentes. Ya no es tan solo una industria que llega u otras actividades laborales; ahora se trata de los flujos previsionales que, al menos por un tiempo, tendrán un claro crecimiento debido al aumento de la vejez e incorporación de nuevos recursos a la previsión misma. Talca, por ejemplo, vive fundamentalmente de sus jubilados. Se estima que cada mes se transfieren a sus usuarios previsionales unos $8.000 millones que ingresan al mercado talquino. Chillán, lo mismo: otra cifra igual. Nuestra ciudad, Los Ángeles, se encuentra en los $6.000 millones mensuales, pero en este último caso tal cifra importante se suma al desarrollo alcanzado en todas sus áreas productivas: energía, la más importante del país; agricultura, de niveles mundiales; forestal, sin duda cabecera de la mayor operación en el país y, puede ser, también latinoamericana; servicios y otros. No se terminarán las aguas ni los vientos, menos el sol, tampoco el crecimiento de los árboles, y los servicios continuarán en sus funciones esenciales de apoyo a la producción. ¿Qué otra comuna es igual a la nuestra? Puerto Montt. Esto, que es una virtud, enaltece a sus habitantes que le dieron vida comunal en medio de las arenas que la rodeaban. Nunca tuvo leyes especiales. Los Ángeles no le agradece nada a nadie, se construyó solo con su gente... y no se le conoce el final de su crecimiento.

Mario Ríos Santander

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