Durante estos días de calor intenso y los meses que están por venir, los mensajes se repiten por todas partes: "toma agua", "hidrátate", "cuida tu salud". Es una recomendación tan lógica como necesaria, pero hay algo que no solemos pensar: ¿qué pasa con quienes no pueden hacerlo?

En Chile, hablar de agua potable sigue siendo hablar de desigualdad.

Para muchos, abrir la llave es algo tan automático que ni siquiera lo pensamos. Sin embargo, en pleno 2025, hay familias que viven esperando el camión aljibe, comunidades donde el agua se raciona y escuelas donde los niños deben llevar botellas desde sus casas para pasar el día. En esos lugares, decir "hidrátate" no es una recomendación, es casi una ironía.

El agua potable es un derecho humano básico. No es un favor, no es un recurso infinito, ni mucho menos un privilegio. Es la base de la salud, la alimentación, la higiene y la dignidad. Sin embargo, seguimos actuando como si el acceso al agua segura dependiera del azar.

Desde Water is Life trabajamos cada día con comunidades que no tienen acceso estable al agua potable. Hemos visto cómo las personas se organizan, buscan soluciones y cómo -pese a todo-, mantienen la esperanza. Pero también hemos visto el cansancio, la frustración y el sentimiento de abandono, porque, aunque existen programas y políticas, el problema no se ha resuelto de forma estructural.

El verano lo hace más evidente. Mientras unos disfrutan de la piscina o llenan botellas para el gimnasio, otros enfrentan el calor sin siquiera poder abrir una llave. Esta realidad no se puede seguir normalizando. La falta de agua potable no es sólo un problema ambiental o técnico; es un reflejo directo de la desigualdad social y territorial.

Tenemos que cambiar la forma en que miramos el agua. Dejar de pensar en ella sólo cuando falta o cuando hay sequía. Cuidar el consumo es importante, pero también lo es exigir que el acceso esté garantizado para todos. Hablar de sostenibilidad no tiene sentido si no comienza desde la equidad.

Hoy, más que nunca, debemos tomar conciencia de que el agua no llega por igual a todos. Cada vaso que bebemos con facilidad debería recordarnos que hay otros que no tienen esa opción. La verdadera empatía comienza cuando entendemos que lo básico para unos, sigue siendo un sueño para otros.

El calor nos insta a hidratarnos, sí, pero también debería invitarnos a reflexionar, porque en Chile, hidratarse todavía no es un derecho garantizado.

María José Terré, directora Ejecutiva de Water is Life