En el mundo del emprendimiento se habla de innovación, de financiamiento, de cómo escalar rápido o de levantar capital. Pero muchas veces se deja de lado un aspecto central: la marca. Una marca es mucho más que un logo o un nombre; es la primera promesa al mercado, el relato que conecta con las personas y un activo estratégico que otorga valor económico real a la empresa.

En Chile, los emprendedores enfrentan una necesidad común: diferenciarse en mercados competitivos y construir confianza. No basta con tener un buen producto; si el cliente no confía, no hay venta. Esa confianza se construye con una marca coherente, sólida y bien comunicada.

INNOVAR TAMBIÉN ES CONTAR LA HISTORIA

Catalina Cabrera, socia fundadora y directora de comunicaciones de la agencia Guiño, lo plantea con claridad: "El proceso de creación de marca debería ir en paralelo al desarrollo del negocio, no después. Tradicionalmente se lanzaba un producto y luego se pensaba en el branding, pero la marca es más que una línea gráfica; es un proceso profundo que se mantiene en el tiempo, aunque el modelo de negocio cambie".

A su juicio, construir marca implica dos pasos esenciales: hacerlo desde el inicio y contar con asesoría experta. "Un buen branding no es solo un logo; es una narrativa diferenciadora, hecha a la medida y respaldada por profesionales que estudian tu sector para que no te parezcas a nadie. Si no lo trabajas bien desde el principio, tarde o temprano terminas pagando el doble para remediar errores", agrega.

CREAR Y PROTEGER EN PARALELO

La marca no es solo comunicación. También es protección legal. Registrar un nombre, resguardar derechos de autor, asegurar contratos o patentar una innovación puede parecer complejo o costoso al inicio, pero el costo de no hacerlo es mucho más alto.

"Uno de los errores más comunes de los emprendedores es no registrar su marca ni su dominio web desde el principio, pensando que es algo accesorio. Y en realidad es lo más fácil, rápido y barato de proteger", advierte Pablo Acevedo, socio de Flores Acevedo Abogados. Explica que marcas genéricas no se pueden registrar, lo que genera vulnerabilidad: "Si no apropias tu marca, cualquiera puede usarla y aprovecharse de tu reputación. Registrar un nombre protegido da valor inmediato al emprendimiento".

Acevedo también subraya la importancia de los contratos: "Muchas veces lo que más protege la propiedad intelectual no es una inscripción, sino las cláusulas de confidencialidad o de derechos de autor en acuerdos con socios, clientes o proveedores. Eso evita disputas y dolores de cabeza en etapas tempranas".

PATENTAR EN CHILE: LA EXPERIENCIA PRÁCTICA

Más allá de las marcas, otro aspecto clave es la protección de invenciones. Aquí entra en juego la experiencia de Francisco Verdugo, PhD en Ciencias y CEO de LiveMatrix Biotech, quien ha gestionado solicitudes de patentes tanto en universidades como en empresas.

"En lo técnico, el proceso en INAPI es relativamente sencillo. Lo complejo es la redacción: por eso recomiendo asesorarse tempranamente con un abogado especializado en propiedad intelectual. La primera vez es fundamental tener un acompañamiento profesional para traducir la innovación al lenguaje legal que exige una patente", comenta.

Verdugo agrega un punto clave: el tiempo. "Los plazos de una patente son largos y pueden retrasar la comercialización de una tecnología. Además, mientras no se presenta la solicitud, no puedes hablar libremente de tu innovación sin arriesgarte a invalidarla. Por eso, contar con un acuerdo de confidencialidad o presentar la solicitud antes de salir a buscar inversionistas o clientes es decisivo. Solo así puedes divulgar tu innovación y pitchearla con tranquilidad".

INNOVACIÓN INTEGRAL: BRANDING Y PROPIEDAD INTELECTUAL

Aunque branding y propiedad intelectual suelen pensarse como procesos separados —unos delegados a agencias creativas y otros a estudios legales—, para Catalina Cabrera son dos caras de la misma moneda: "Si no trabajas la propiedad intelectual, todo tu branding se debilita porque no está respaldado. Y al revés: el registro de una marca también te ayuda a validar tu proceso creativo y a asegurarte de que tu propuesta sea realmente única".

Pablo Acevedo coincide: "Branding y propiedad intelectual no deberían verse como caminos distintos, sino como parte de una misma estrategia de innovación. Un negocio sólido no solo comunica bien, también protege sus activos intangibles desde el inicio".

UN LLAMADO A LOS EMPRENDEDORES

La conclusión es clara: innovar es crear y proteger en paralelo. La marca es un relato que conecta con las personas, pero también es un activo que debe resguardarse legalmente. La propiedad intelectual, por su parte, no es un lujo para grandes empresas: es una base necesaria para cualquier emprendimiento que quiera escalar sin sobresaltos.

A quienes están levantando un negocio, el mensaje es directo: inviertan tiempo en construir su marca y, al mismo tiempo, no posterguen el registro ni la protección legal. La innovación no está solo en el producto; también en cómo se cuenta y cómo se resguarda. En este punto, me gusta recordar el enfoque del libro Building a StoryBrand de Donald Miller, que plantea que cada empresa debe narrar su propuesta como una historia donde el cliente es el héroe y la marca es la guía. No se trata de hablar solo de lo que hacemos, sino de mostrar cómo resolvemos una necesidad real y qué transformación generamos.

Los emprendedores del futuro que logren escalar no serán solo quienes tengan buenas ideas, sino quienes aprendan a crear y proteger valor desde el inicio. Porque, al final, la marca es mucho más que un logo: es el puente entre la innovación y la confianza del mercado.