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Columnista

El ausentismo escolar: un riesgo para el sistema y para las generaciones emergentes

Mario Morales Burgos. Profesor

por Mario Morales Burgos. Profesor

El ausentismo escolar representa una de las mayores preocupaciones para los directores, equipos directivos y docentes, quienes vienen a señalar que las inasistencias a clases afectan seriamente la gestión del sistema educacional y, por cierto, de la escuela; teniendo presente que el presupuesto, en educación, está determinado por el número de estudiantes que asisten y permanecen en las aulas.

Por otro lado, también señalan el enorme retraso que sufre el estudiante al no participar regularmente en los procesos de aprendizaje, generando un gran riesgo que afectará su proceso de formación.

La pregunta es entonces, ¿por qué los estudiantes se quedan en casa y muchos en la calle? No hay mucha claridad en las respuestas; sin embargo, es importante dejar claramente establecido que es responsabilidad social y legal de la familia y de los padres asegurar el envío de sus hijos a las escuelas y liceos. En esta materia los padres no deben transar ni dejarse sobrepasar por los hijos, ya que fuera de la escuela corren muchísimo riesgo, y la calle solo genera malos aprendizajes.

El Estado tiene la obligación social de proveer de educación a toda su población de niños y jóvenes y, de hecho, se cumple con esta responsabilidad. Es justo señalar que desde el Ministerio de Educación se ha salido al paso del ausentismo escolar con el exitoso Programa de Protección, a cargo de una dupla psicosocial (en cada colegio), encargada de visitar las familias para averiguar las razones que motivan las inasistencias a clases, encontrándose con variados problemas; por cierto, esta notable política pública resulta insuficiente para bajar los altos porcentajes de ausentismo escolar.

Como familia y sociedad tenemos que tener absoluta claridad de que un joven sin escolarización, en el actual y futuro escenario social, no tiene absolutamente ninguna posibilidad de inserción laboral, siendo discriminado y relegado a realizar tareas básicas con sueldos precarios y miserables. Familia y Estado deberán agotar todas las posibilidades para que los jóvenes no abandonen la escuela, único espacio que ayuda a la promoción social y al desarrollo pleno de sus capacidades y habilidades.

Nuestro desafío es ganarle a la deslumbrante oferta de la calle, a la ventaja pequeña, al logro alcanzado con el mínimo esfuerzo y a todo ese mundo peligroso que hoy nos invade y que tanto influye en la cultura juvenil.

Mario Morales Burgos

Profesor

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