Opinión

Soñar a través de dos miradas

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luis rozas m / FUENTE:

Soñar, visto con los ojos de la ciencia, obedece a una función natural de nuestro cerebro, una automanutención que activa intrincados procesos biológicos/metabólicos y mentales de reinicio para estar plenos para el día siguiente.

Esta primera mirada indica que soñar ayuda al procesamiento de la memoria, especialmente en la fase REM, donde el cerebro organiza y consolida recuerdos, mezclando experiencias recientes con aprendizajes antiguos, reacomodando toda la información.

También ayuda a la regulación emocional, procesando emociones intensas o no resueltas, como una forma de organizarlas amigablemente, llevándonos a experimentarlas al dormir, como si fuera un entrenamiento muy realista, creativo e integrado para hacerlo mejor cuando despertemos.

Desde este enfoque, se ve como un subproducto de la actividad neuronal espontánea, en donde nuestro cerebro interpreta señales aleatorias como narraciones coherentes. ¿Cuánto debes dormir? Depende en gran medida de la edad y necesidad individual, aunque se sugiere el siguiente estándar:

a) Recién nacidos (0-3 meses): 14-17 horas al día

b) Bebés (4-11 meses): 12-15 horas

c) Niños pequeños (1-2 años): 11-14 horas

d) Preescolares (3-5 años): 10-13 horas

e) Escolares (6-13 años): 9-11 horas

f) Adolescentes (14-17 años): 8-10 horas

g) Adultos (18-64 años): 7-9 horas

h) Adultos mayores (65+): 7-8 horas

Cerrar los ojos no es sinónimo de dormir bien. Incide en ello un ambiente oscuro, silencioso, apacible, una cama confortable, temperatura agradable, ropa cómoda. El uso de algún tipo de pantallas o consumir tardíamente comidas o bebidas estimulantes no ayuda a descansar, ya que la idea es desactivar nuestro cuerpo y mente, no lo opuesto.

Dormir mal o no hacerlo se verá reflejado en menor concentración y memoria, baja creatividad, incapacidad para resolver problemas, pensamiento lento, irritabilidad, ansiedad, depresión, riesgo de accidentabilidad, envejecimiento acelerado, defensas bajas, sobrepeso, diabetes, hipertensión y también Alzheimer, entre otros. El daño es acumulativo y progresivo, a nivel físico y mental.

Una segunda mirada, más creativa y tal vez poética, refiere el soñar como si le pusiéramos alas a la mente y voláramos por el mundo de lo imposible, para mostrar el delgado e invisible camino que conduce al logro y a derribar barreras intangibles.

Soñar es ser un testigo privilegiado de la acción de la vida, abriéndose paso entre la espesa niebla; soñar es despertar a un amanecer de victoria, en donde todos los días la luz le gana la batalla a la oscuridad, regalándote un lienzo en blanco para vivir plenamente.

El valor de soñar subyace en la conocida frase "ningún soñador es demasiado pequeño y ningún sueño es ni será demasiado grande". Si está en tus sueños, lo puedes hacer realidad; las limitaciones que pone tu mente se pueden superar, si te empeñas con fe, determinación y esperanza. Esa es la llave maestra que abre cualquier cerradura.

Si sueñas, comenzarás a navegar en revitalizadoras aguas nuevas. Tranquilo, déjate llevar por la corriente y no olvides —citando a Eleanor Roosevelt— que "el futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños", porque cuando dejes de soñar, comenzarás lentamente a morir. ¡Que tengas un maravilloso día!

Luis Rozas Mardones

Psicólogo

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