Opinión

Desestabilizar gobiernos desde la economía, otra forma de intervención

Administrador Público
Licenciado en Ciencias Políticas

Jorge Rivas Figueroa, Cedida
Jorge Rivas Figueroa / FUENTE: Cedida

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump sigue causando incertidumbre en los mercados internacionales con sus políticas arancelarias para sus importaciones.

En concreto, cuando anunció el aumento de un 50% para los impuestos de ingreso a productos como el cobre, el mercado internacional disparó el precio del metal rojo, lo que fue positivo para la economía nacional, pese a que todos los sectores políticos y económicos advirtieron que eso sería poco duradero y así fue.

Chile, exporta el 11% de su producción de cobre refinado a los Estados Unidos y, si bien es el segundo país al que exportamos cátodos (China es el primero con el 51%), lo cierto es que con la apertura de nuevos mercados como el de la India, esa tarea podría ser prescindible, pero está claro que no es lo que queremos, pues con ellos tenemos un Tratado de Libre Comercio que se podría ver afectado. En la macro economía todo está ligado de alguna manera, por eso hay que ser cautelosos.

Para tenerlo claro, Donald Trump quiso imponer el aumento del arancel a nuestro cobre, pero su mercado interno se lo impide, pues nuestra materia prima refinada es la base de redes eléctricas, construcción de vehículos y, por cierto, para todo tipo de tecnologías.

De haberse concretado el nuevo impuesto, el efecto para la economía del país del norte hubiera sido desastroso en el corto plazo, pues no existe empresario que quiera pagar, con su dinero, los costos de su producción y venta. Eso, querido lector, lo hubieran pagado los consumidores de Estados Unidos, lo que se hubiera traducido en inflación.

El reciente anuncio de dejar sin efecto el alza del impuesto a la importación del cobre no es definitivo y ha provocado que nuestra moneda sufra un fuerte retroceso respecto del valor del dólar, es decir, lo que logró el presidente de Estados Unidos, en términos económicos, es la devaluación del peso frente al dólar, lo que implica que todo lo que importa Chile es más caro, porque se paga en dólares.

Además, hizo que el precio del metal en los mercados internacionales cayera casi un 20% (19,70%) lo que complica proyectar el valor a futuro y eso, señores, genera incertidumbre. En este punto, no es raro preguntarse si se trata o no, de otra forma de desestabilizar gobiernos, tal como ya ha ocurrido en el pasado con otras formas de intervención.

Ahora bien, existen dos puntos que no deben quedar fuera de esta opinión. El primero apunta a lo que pasará en los próximos años con un alza sostenida del impuesto para Chile, pues como ha señalado la Casa Blanca se entregará un nuevo informe a su presidente, con fecha límite para el 30 de junio de 2026 y allí se verá si es factible realizar un aumento escalonado del arancel que partiría con un 15% desde el uno de enero de 2027, hasta llegar a un 30% el uno de enero de 2028.

Dadas estas certezas, es necesario destacar al gobierno del presidente, Gabriel Boric, que, anticipándose a estas declaraciones (segundo punto), ha mandatado negociar en el Tratado de Libre Comercio la exportación de cobre refinado a Estados Unidos, de lograrse aquello, sería otro de los grandes avances para nuestro Estado.

Con todo, comenzar a buscar nuevos mercados para nuestro cobre refinado no es una cosa de locos, se trata de dar el valor que merecemos como país, frente a una potencia cuyo presidente, tiene a los mercados internacionales en constante vilo.

Jorge Rivas Figueroa

Administrador Público

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