Opinión

Comercio detallista en Los Ángeles: una lucha eterna contra la delincuencia

Presidenta de la Cámara de Comercio Detallista de Los Ángeles.

Karen Pino, Cedida
Karen Pino / FUENTE: Cedida

El comercio detallista en Los Ángeles atraviesa una de sus etapas más complejas. A la incertidumbre económica que arrastra el país, se suma un enemigo constante y devastador: la delincuencia, que afecta no solo los bolsillos, sino también la dignidad y el ánimo de quienes día a día levantan sus cortinas con esfuerzo.

Hoy, ser comerciante en Los Ángeles significa convivir con la amenaza latente de robos, asaltos y vandalismo. Muchos locatarios han debido instalar cámaras, reforzar cortinas metálicas y pagar servicios de seguridad privada, lo que eleva sus costos operativos. Pese a estos esfuerzos, los delitos no ceden y las denuncias sin respuesta se han vuelto parte de la rutina.

A ello se suma la presión que ejerce el comercio ambulante ilegal, que prolifera en el centro de la ciudad, muchas veces sin ningún tipo de control sanitario o tributario. Mientras los comerciantes formales pagan patentes, arriendos, impuestos y cumplen con exigencias normativas, otros venden libremente en las veredas, sin fiscalización efectiva. Esta competencia desleal genera frustración e impotencia.

Según la última entrega de datos levantada por Carabineros en 2024 la delincuencia relacionada al comercio arrojó una disminución de 19,7% en Los Ángeles, relacionándolo con la proyección del año anterior.

En tanto los robos en lugares habitados en la comuna presentaron un alza de 26,4%.

Cifras que realmente no tienen asidero respecto a la realidad que enfrentan los comerciantes, quienes deben convivir a diario con la delincuencia, sin embargo, esto no se ve reflejado por ninguna encuesta o estudio.

Más allá del impacto económico, hay un daño emocional profundo. Muchos comerciantes de Los Ángeles no solo invierten dinero, sino también historia, identidad y sueños en sus negocios. Cada robo no es solo una pérdida de inventario: es una herida a la dignidad de quienes han apostado por el trabajo honesto.

Lo que falta es decisión política. Se requiere mayor presencia policial, fiscalizaciones constantes y una revisión urgente de las políticas públicas que han permitido la desregulación de espacios urbanos. Pero también, incentivos para fortalecer el comercio legal, con apoyo técnico, financiero y comunicacional. El Estado no puede seguir siendo un mero espectador.

Pese a todo, los comerciantes de Los Ángeles siguen de pie. Se apoyan entre ellos, crean redes de vigilancia y mantienen viva la esperanza de que la ciudad pueda recuperar su vitalidad. Su lucha es silenciosa, diaria, a veces ingrata, pero profundamente valiente.

Y en esa lucha no están solos. Recuperar el comercio local no es solo tarea de los locatarios, sino una responsabilidad compartida por autoridades, ciudadanos y consumidores. Comprar en el comercio formal, exigir seguridad y respaldar al pequeño empresario es también una forma de resistir al abandono.

Los Ángeles merece ser una ciudad donde el trabajo honesto no sea castigado. Donde los sueños no se apaguen tras una cortina metálica bajada por miedo. La seguridad, la justicia y el respeto al esfuerzo son derechos que el comercio local no debería mendigar: debería tener garantizados.

Karen Pino

Presidenta de la Cámara de Comercio Detallista de Los Ángeles.

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