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La Tribuna
Columnista

El subjetivismo omnipresente

Fernando Chomalí Garib

Arzobispo de Santiago de Chile

por Fernando Chomalí Garib

El predominio en las personas de su propio modo de pensar y de sentir para actuar es la nueva "religión" del siglo XXI en Occidente. Este hecho ha sofocado, al extremo de negar, principios morales de validez universal que al hombre le corresponde reconocer.

Para muchas personas, el criterio de verdad a la hora de tomar una decisión surge del sentimiento o del deseo antes que de una reflexión propiamente racional. El mundo moderno tiene su paradigma incuestionable: "si lo deseo y lo siento, entonces lo hago".

La búsqueda sincera de la verdad y del bien escasea. Detrás de esta mentalidad se esconde la peligrosa tesis de que la verdad no existe, que el hombre no la puede conocer y, por lo tanto, su horizonte de comprensión de la realidad se reduce a sus deseos, intuiciones o instintos, y se constituye en su "incuestionable verdad". El emotivismo se ha enquistado en la sociedad con fuerza junto a un gran escepticismo frente a la posibilidad de conocer la verdad que la realidad lleva grabada.

Así las cosas, el hombre ha empobrecido la riqueza de su propio ser y el insondable misterio que esconde su existencia. La esperanza del hombre está puesta en la ciencia y en la tecnología más que en sí mismo, la que ha adquirido un poder que sobrepasa con creces su genuino y valioso aporte. El emotivismo ha hecho que a través de la tecnología el hombre enfermo -o terceros- decida si quiere morir o seguir viviendo; la mujer decida si quiere o no tener un hijo, cómo tenerlo y en qué condiciones; elegir el sexo, y muy pronto, los rasgos genéticos que le gustan, etc. La tecnología, desprovista de una reflexión ética, permitirá cambiar de apariencia física y hacer creer que somos lo que no somos.

Así, el único valor que se reconoce es "el derecho de ver cumplidos los deseos" al margen de cualquier consideración. Esta nueva forma de comprender la existencia trata al poder legislativo como meros notarios del deseo de las personas; al médico como mero ejecutor de acciones en la nueva lógica de la "medicina del deseo" y, lo que es más grave aún, deja a muchos seres humanos en el camino. Ellos son, según Francisco, los descartados.

+Fernando Chomalí Garib

Arzobispo de Santiago de Chile

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