En un contexto donde la igualdad de género es un objetivo prioritario tanto a nivel nacional como global, es alarmante observar cifras que reflejan una marcada disparidad en la participación laboral entre hombres y mujeres en la Región del Biobío.

Según el reciente informe del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), durante el trimestre móvil noviembre de 2023-enero de 2024, la brecha de género en la participación laboral fue de -19,4 puntos porcentuales, dejando en evidencia un desequilibrio sistémico que favorece a los hombres en detrimento de las mujeres.

La magnitud de esta brecha es preocupante, pero aún más alarmante es la razón detrás de ella. Según el mismo informe, del total de personas que declaran razones familiares permanentes, como cuidados y quehaceres domésticos, para no participar en la fuerza laboral, el 95,8% son mujeres, mientras que solo el 4,2% son hombres. Esto revela una carga desproporcionada que las mujeres siguen soportando en lo que respecta a las responsabilidades del hogar, lo que limita significativamente su capacidad para ingresar o permanecer en el mercado laboral.

Esta situación plantea interrogantes importantes sobre la igualdad de oportunidades y el acceso equitativo al empleo en nuestra región. ¿Por qué las mujeres continúan enfrentando obstáculos significativos para acceder al mercado laboral en condiciones de igualdad? ¿Qué medidas se están tomando para abordar esta brecha de género y promover una distribución más justa de las responsabilidades del hogar? Estas son preguntas que requieren respuestas urgentes y acciones concretas por parte de los responsables políticos, los empleadores y la sociedad en su conjunto.

Es imperativo reconocer que la igualdad de género no es solo un imperativo moral, sino también un componente crucial para el desarrollo económico y social de nuestra región. Las mujeres representan una parte sustancial de nuestra fuerza laboral y su plena participación es esencial para impulsar la productividad y la innovación en todos los sectores de la economía. Por lo tanto, es hora de adoptar un enfoque integral y holístico que aborde las barreras estructurales y culturales que perpetúan la desigualdad de género en el mercado laboral.

Esto incluye políticas que promuevan el acceso igualitario a la educación y la capacitación, así como medidas concretas para apoyar a las mujeres en el equilibrio entre el trabajo y las responsabilidades familiares, como el acceso a servicios de cuidado infantil asequibles y la implementación de horarios laborales flexibles. Además, es fundamental fomentar una cultura organizacional inclusiva que reconozca y valore las contribuciones de las mujeres en todos los niveles y sectores de la sociedad.

En última instancia, abordar la brecha de género en el mercado laboral no solo es una cuestión de justicia social, sino también una cuestión de progreso y prosperidad para nuestra región. Es hora de actuar con determinación y compromiso para construir un futuro donde hombres y mujeres puedan participar plenamente y en igualdad de condiciones en la vida laboral y más allá. El momento para el cambio es ahora.