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El fin último de la vida para toda persona es ser feliz. Y habría que agregarle: hacer felices a los demás. Al otro, por el solo hecho de ser otro, diría Humberto Maturana. Ser feliz, para algunos, cuesta tanto. Para otros, quizás no. ¿Qué es la felicidad? Se puede entender de muchas maneras. Es un estado emocional, una grata satisfacción emocional y física. Una sensación breve, efímera, que debemos atesorar cuando la experimentamos. Pero así como estamos, resulta cada día más difícil ser feliz.
Resulta que las virtudes están trastocadas, se ha cambiado el orden de las cosas. Todo se ha alterado. Los valores son más subjetivos, condicionados a diversas circunstancias. Las actitudes, menos pensadas. Ya no contamos hasta diez (es mucho). Se reacciona con más violencia. La prudencia está casi desaparecida; la cautela, la moderación, la sensatez, el buen juicio, todo esto está en retirada (para muchos), felizmente no para todos. Casi como una moda. Y como tal, es de esperar que pronto estas actitudes estén de vuelta.
Este cuadro que puede parecer pesimista, es el reflejo de la realidad que estamos viendo a diario. Una pareja cruza desaprensivamente la calzada en la mitad de la cuadra. El automovilista -para evitar un accidente- toca la bocina, y esa actitud provoca que lo "empapelen" con groserías. Ergo: hay que dejar que no respeten las reglas del tránsito, están en su derecho, es su libertad. (Perdón por la ironía).
Todos somos dueños de la verdad. Lo que a mí me parece debe parecerle igual a los demás. ¿Por qué?
Veamos qué opina la gente.
La encuesta Cadem arrojó resultados que debieran hacer reaccionar a quienes tienen la responsabilidad de conducir al país a mejores estados de bienestar. Es lo que refleja. Ocho de cada diez expresaron que la obediencia y el respeto por la autoridad son valores muy importantes que los niños deben aprender desde pequeños. ¿Y quiénes son los primeros responsables en enseñarles? Sus padres, sin duda. Es en el hogar donde se debe moldear; los actos de los progenitores los hijos deben replicar. Los encuestados evidencian en sus respuestas que lo que más se valora es el esfuerzo individual y la comunidad ansía el orden y el respeto a la autoridad.
En una breve columna no podemos analizar el resultado de esta encuesta, pero sugiero leerla porque da luces de lo que está ocurriendo en el país. Evalúa el sistema y el modelo económico y político, da cuenta de la aprobación presidencial, consulta por el modelo de país que nos gustaría semejarnos; y el enjuiciamiento al sistema político chileno es decidor. ¡Era que no! Con tanto ejemplo negativo, no podía esperarse otra cosa.
Suma y sigue.
Una diputada contrata como asesor a un ex funcionario de carabineros (tal vez no fue la más atinada decisión) y otras diputadas se lo enrostran. Y le advierten: "¡No te cruces con nosotras!" ¿Cómo le llamamos a eso? No he visto aún una reacción a esas exclamaciones "tan democráticas". Y no toquemos el tema de las fundaciones y la friolera de sumas de dinero. Ese es un tema mayor que dará para mucha tinta, miles de hojas y profundas reflexiones que es de esperar traigan una reglamentación más estricta para el otorgamiento de los recursos.
Como hace ciento veintitrés años, cuando Enrique Mac-Iver expresó en su memorable discurso "La Crisis Moral de la República", leído el 1 de agosto de 1900, en el Ateneo de Santiago, nos vemos en la situación de repetir: "Parece que no somos felices". "El presente no es satisfactorio y el porvenir aparece entre sombras que producen la intranquilidad..."
Como escribió Enrique Cadícamo, en 1937, en su tango "Por la vuelta": "La historia vuelve a repetirse..."
Zenón "Cheno" Jorquera
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