Opinión

La educación vulnerable

ALEJANDRO-MEGE-4,
ALEJANDRO-MEGE-4 / FUENTE:
"Protegedme de la sabiduría que no llora, de la filosofía que no ríe y de la grandeza que no se inclina ante los niños."

 Khalil Gibran.

¡Renuncie! Fue lo primero que me dice la profesora al encontrarnos esa mañana. ¿A qué renunciaste?, le pregunto. "A trabajar con niños vulnerables", dijo. No solo vulnerables económicamente, sino que también "niños de la pandemia", sin previa escolarización, golpeados emocional y físicamente, niños con padres presidarios, vulnerados sexualmente... Ingresé a la escuela con mucha emoción, con ganas de hacer cambios, entregar educación desde la filosofía del amor, sin embargo, cada día mi frustración era más evidente, no dormía en las noches pensando en qué poder hacer para mejorar las conductas disruptivas en los niños y niñas. Sabía que era un trabajo con niños llamados "vulnerables" (palabra que siempre me molestó y nunca logré entender). Algo tan simple como hábitos de pedir por favor, dar gracias, comer con la boca cerrada, lavarse sus manos, se fueron transformando en objetivos que no se podían cumplir, ya que en sus casas tenían otra realidad. Es aquí donde dejo de manifiesto la importancia de la familia en la educación. Luego se fueron sumando más factores, como el nulo compromiso de los padres y madres, a quienes les importaba más que a sus hijos se les tratara asistencialmente, es decir, desde regalarles el uniforme-que no cuidaban- útiles escolares, locomoción a la puerta del establecimiento, la comida. Pero no les importaban sus aprendizajes. De esta situación no puedo culpar a los niños y niñas, pero me queda la pregunta: ¿Qué será de ellos el día de mañana?"

Yo le dije. No solo de ellos. La pregunta es: ¿qué será de la sociedad en que vivimos si no mejoramos  la educación, la salud, la condición laboral, económica, social y cultural de los sectores sociales más precarizados y abandonados? Enfrentar esta triste y frustrante realidad es una tarea de todos, liderada por las autoridades que nos gobiernan, pensando en el presente, pero con una visión de futuro, priorizando las soluciones a las necesidades más urgentes del sistema educativo, como lo es la mala gestión administrativa, el financiamiento insuficiente, el agobio laboral, la falta de autonomía para enseñar, el ambiente laboral presionado por resultados  cuantitativos, sin espacio ni tiempo para la formación en valores de convivencia humana; la desvalorización social del profesor, factores que empujan a los docentes a desertar. La educación no puede ser el coto  económico y social de algunos o un campo de experimentación para anclar o imponer dogmas, ideologías o visiones particulares de ningún signo. Al contrario, debe ser el medio más adecuado para alcanzar una libertad responsable, con criterio y capacidad para que cada persona pueda tomar, de manera informada y con plena consciencia, sus propias decisiones.

 Lamenté lo narrado con desesperanza por la profesora- que siempre ha demostrado una conducta resiliente y  comprometida con su profesión- ante a un fenómeno educativo que se ha normalizado e  institucionalizado, como lo confirman muchas experiencias similares y que tiene a la educación y a la profesión docente, que afecta con mayor gravedad a la educación pública, arrinconada sin que se vislumbre una salida y que ha llevado a muchas profesoras y profesores a dejar de atender la profesión que estudiaron, a veces con mucho esfuerzo y sacrificio y que, pese a la "pasión por la pedagogía", al quinto año de trabajo docente, más del 20% de los nuevos profesores "arranca" del aula y uno de cada diez nuevos profesores deja la enseñanza  al 1er. año de desempeño, situación que se profundiza cuando, diferentes estudios proyectan que, al año 2025, entre 26 mil y 32 mil serán los profesores "idóneos" (aquellos que tienen título para atender una asignatura) los que faltarían para atender los distintos niveles del sistema educativo.

De modo que si  no se asume la responsabilidad  de atender las carencias y debilidades que afectan nuestra educación, las proyecciones que se vaticinan para el sistema educativo, serán una realidad.

Alejandro Mege Valdebenito.

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