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La Tribuna
Columnista

Tormenta perfecta

Jorge Gillies (*)

por Jorge Gillies (*)

(*) Académico de la Facultad de Humanidades y Tecnología de Comunicación Social, UTEM

Sorprende la enorme cantidad de postulantes a la Convención Constitucional inscritos en las últimas semanas. Tan solo las precandidaturas independientes suman alrededor de 2.500 para los 28 distritos electorales. En el caso del emblemático distrito 10, uno de los más disputados, se registran 170 candidaturas para competir junto a varias listas políticas por siete escaños.

La enorme mayoría de estas candidaturas provienen del espectro opositor, que con un 78 por ciento logró una mayoría que parece incontrarrestable en el plebiscito de octubre pasado.

Toda esta enorme energía volcada en la aspiración por un cambio constitucional profundo tiene en principio una lectura positiva, reflejada en un inédito afán por participar en los asuntos públicos. El problema es que muchos se quedan solo en esa primera lectura y no reparan en el sistema electoral que regirá para estas elecciones, que es el llamado D´Hondt o de cifra repartidora. El mismo que rige para la elección de diputados.

Es un principio que se aplica en la mayor parte de las democracias a nivel internacional y que, por tanto, tiene una legitimidad incuestionable. Opera favoreciendo la concentración y castigando la dispersión de candidaturas.

Y la realidad es que hasta el momento contra una lista de derecha, de Kast a Kast, se enfrentan a lo menos dos listas políticas de oposición, pueden ser más a nivel regional, una cantidad variable de listas independientes según cada distrito -por lo menos una a nivel nacional- y un ingente número de candidaturas independientes fuera de lista, que no suman votos y que solo muy excepcionalmente podrán cumplir con su aspiración de ser elegidos.

Para decirlo en términos simples: ante esta realidad, la lista unida de derecha puede obtener fácilmente sobre el 50 por ciento de los convencionales. Una simulación hecha en el distrito 10 muestra incluso que si hay tres listas políticas opositoras, más tres listas independientes y diez candidaturas independientes fuera de lista -algo perfectamente posible- la lista de derecha puede aumentar de uno a cuatro de siete convencionales con la misma votación de alrededor de un 30 por ciento.

Se avizora, por tanto, la tormenta perfecta. Y aunque la frase haya sido repetida hasta la saciedad, vale la pena pronunciarla de nuevo: que nadie diga que no lo vio venir.

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