Enfrentamos una pandemia mundial sin precedentes que ha golpeado a los países sin distinción. En Chile también nos hemos visto enfrentados a la incertidumbre que esta crisis sanitaria ha generado, obligando a repensar nuevas políticas y a tomar todas las medidas necesarias para controlar la propagación del coronavirus.

Hoy es fundamental minimizar los riesgos para que nuestro sistema de salud no colapse y para ello debemos cuidarnos entre todos, siguiendo responsablemente las indicaciones entregadas por la autoridad de salud: mantener distanciamiento físico, lavar frecuentemente nuestras manos, y desinfectar instalaciones y artefactos con agua y cloro son parte de las medidas que nos pueden ayudar.

En este complejo escenario también ha quedado en evidencia una gran fortaleza que tiene nuestro país y que resulta esencial para enfrentar esta pandemia. Chile tiene una amplia y trasversal cobertura de agua potable (100%), alcantarillado (97%) y tratamiento de aguas servidas (100%), con cifras que, incluso, están por sobre el promedio OCDE.

Nuestra industria ha sido un aliado en el propósito de reducir la amenaza del coronavirus, asegurando el acceso al agua potable en todo momento. Sabemos que mantener nuestra continuidad operacional es vital para moderar las tasas de contagio, por lo que hemos dispuesto desde el primer día un amplio plan de contingencia para asegurar el normal funcionamiento de nuestro servicio.

Junto con ello también somos conscientes del rol que nos cabe en ayudar a quienes hoy más lo necesitan. Estamos comprometidos con apoyar a los sectores rurales, donde se concentra la totalidad de personas sin acceso a agua potable y tratamiento de aguas servidas, facilitando el acceso universal al servicio. Adicionalmente, hemos desarrollado un conjunto de medidas para apoyar a los sectores más vulnerables, garantizando el suministro de agua potable y entregando facilidades a quienes hoy no pueden pagar.

Atravesamos por momentos complejos y de ahí la necesidad de ser cautelosos con iniciativas que podrían afectar el modelo sanitario, impactando su estabilidad y las inversiones que hoy resultan clave para enfrentar la escasez hídrica y los desafíos futuros que nos impone esta pandemia.