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La Tribuna
Columnista

Cuando las ganas de aprender se convierten en ganas de llorar

Leslia Jorquera

Francisco Muñoz Almendras , ciudadano.

por Leslia Jorquera

La depresión es un trastorno mental cuyos principales síntomas son “Ánimo sombrío, insomnio, decaimiento” y hace que la persona llegue a pensar que es una persona de poco valor, que el presente está lleno de agobio, sin futuro, sin esperanzas.

En cambio, hay trastornos relacionados con el estrés y sensación de amenaza, se trata de la ansiedad: “Con la depresión te despiertas a la mitad de la noche y después no puedes volver a dormir, pero con la ansiedad no puedes quedarte dormido pensando en cómo resolver las cosas”.

Chile, es uno de los países de la OCDE con mayores índices de trastornos de la salud mental en su población. Por eso, no sorprende que la Organización Mundial de la Salud (OMS) señalara en su informe “Depresión y otros Desórdenes Mentales Comunes” que en Chile 844.253 personas mayores de 15 años tienen depresión, es decir, el 5% de la población. Peor aún, según el informe, otras 1.100.584 además tienen ansiedad, correspondiente al 6,5% de la población.

Este fenómeno sorprende especialmente porque uno de los sectores más afectados por la depresión y por la ansiedad son los estudiantes. ¿Coincidencia? No lo creo.

¿Por qué el segmento más afectado por estas enfermedades son los estudiantes universitarios? No hay que ser muy docto para poder entenderlo. La presión que sufren cada día a causa de sus estudios es enorme:

Muchos estudian carreras que no son de su satisfacción y que ingresaron a estudiarlas por presión familiar: Para seguir un “legado familiar”, porque es una carrera donde se gana dinero y principalmente, porque un joven de 17 años difícilmente tiene la madurez para saber qué es lo que realmente quiere para el resto de su vida.

También hay que considerar el factor pedagógico, podemos ver que existen docentes que no están capacitados para la docencia. Me explico: una cosa es que tenga los conocimientos necesarios para poder enseñar, pero otra muy diferente es que tenga las habilidades emocionales y humanas para poder ejercer.

¿A qué me refiero con esto? Simple, existen docentes que al comenzar un ramo emiten frases como “Espero que salgan vivos de mi ramo” “Si no lloran, no vale”. Hay casos como en prácticas o pasantías, se confunde la exigencia con la tortura psicológica.

Algunos confunden bajo rendimiento con flojera o falta de estudios. Se olvidan del componente psicológico que hay detrás de cada alumno. Pasan por alto que quizás ese alumno al que le va mal, puede no estar pasándolo bien en su vida y que, reprobándolo le pueden sumar incluso, esa gota del vaso que puede desencadenar en un suicidio.

¿Creen que exagero? ya existen varios casos en donde alumnos han decidido terminar con sus vidas por no soportar la presión de la vida estudiantil, por no sentirse acompañados.

El apoyo familiar y de los cercanos es fundamental, es el primer soporte donde un alumno puede descansar, deben evitar ejercerles más presión de la que ya sobrellevan. Deben evitar amenazarlos con frases como “Si te echas la carrera te vas de la casa” “Tú eres nuestra única opción de salir de la pobreza” “Pero mira el fulanito, ya tiene carrera y tú no”.

Esto no se trata de “¡ay pobrecito, no se vaya a romper niñito de cristal”. No. No se trata de eso. Se trata estimados lectores, de que de una vez por todas nos demos cuenta de un  problema que existe y que hemos pasado por alto, en donde hay vidas de por medio; no esperemos a que en nuestra comunidad académica tengamos que lamentar una pérdida y recién ahí actuar, evitemos un problema que, lamentablemente ha hecho que las ganas de aprender se conviertan en ganas de llorar.

Y no, no se trata de debilidad mental, se trata de humanizar el acto más hermoso que un ser humano puede realizar, aprender. Chile es una mesa para todos.

La depresión es un trastorno mental cuyos principales síntomas son “Ánimo sombrío, insomnio, decaimiento” y hace que la persona llegue a pensar que es una persona de poco valor, que el presente está lleno de agobio, sin futuro, sin esperanzas.

En cambio, hay trastornos relacionados con el estrés y sensación de amenaza, se trata de la ansiedad: “Con la depresión te despiertas a la mitad de la noche y después no puedes volver a dormir, pero con la ansiedad no puedes quedarte dormido pensando en cómo resolver las cosas”

Chile, es uno de los países de la OCDE con mayores índices de trastornos de la salud mental en su población. Por eso, no sorprende que la Organización Mundial de la Salud (OMS) señalara en su informe “Depresión y otros Desórdenes Mentales Comunes” que en Chile 844.253 personas mayores de 15 años tienen depresión, es decir, el 5% de la población. Peor aún, según el informe, otras 1.100.584 además tienen ansiedad, correspondiente al 6,5% de la población.

Este fenómeno sorprende especialmente porque uno de los sectores más afectados por la depresión y por la ansiedad son los estudiantes. ¿Coincidencia? No lo creo.

¿Por qué el segmento más afectado por estas enfermedades son los estudiantes universitarios? No hay que ser muy docto para poder entenderlo. La presión que sufren cada día a causa de sus estudios es enorme:

Muchos estudian carreras que no son de su satisfacción y que ingresaron a estudiarlas por presión familiar: Para seguir un “legado familiar”, porque es una carrera donde se gana dinero y principalmente, porque un joven de 17 años difícilmente tiene la madurez para saber qué es lo que realmente quiere para el resto de su vida.

También hay que considerar el factor pedagógico, podemos ver que existen docentes que no están capacitados para la docencia. Me explico: una cosa es que tenga los conocimientos necesarios para poder enseñar, pero otra muy diferente es que tenga las habilidades emocionales y humanas para poder ejercer.

¿A qué me refiero con esto? Simple, existen docentes que al comenzar un ramo emiten frases como “Espero que salgan vivos de mi ramo” “Si no lloran, no vale”. Hay casos como en prácticas o pasantías, se confunde la exigencia con la tortura psicológica.

Algunos confunden bajo rendimiento con flojera o falta de estudios. Se olvidan del componente psicológico que hay detrás de cada alumno. Pasan por alto que quizás ese alumno al que le va mal, puede no estar pasándolo bien en su vida y que, reprobándolo le pueden sumar incluso, esa gota del vaso que puede desencadenar en un suicidio.

¿Creen que exagero? ya existen varios casos en donde alumnos han decidido terminar con sus vidas por no soportar la presión de la vida estudiantil, por no sentirse acompañados.

El apoyo familiar y de los cercanos es fundamental, es el primer soporte donde un alumno puede descansar, deben evitar ejercerles más presión de la que ya sobrellevan. Deben evitar amenazarlos con frases como “Si te echas la carrera te vas de la casa” “Tú eres nuestra única opción de salir de la pobreza” “Pero mira el fulanito, ya tiene carrera y tú no”.

Esto no se trata de “¡ay pobrecito, no se vaya a romper niñito de cristal”. No. No se trata de eso. Se trata estimados lectores, de que de una vez por todas nos demos cuenta de un  problema que existe y que hemos pasado por alto, en donde hay vidas de por medio; no esperemos a que en nuestra comunidad académica tengamos que lamentar una pérdida y recién ahí actuar, evitemos un problema que, lamentablemente ha hecho que las ganas de aprender se conviertan en ganas de llorar.

Y no, no se trata de debilidad mental, se trata de humanizar el acto más hermoso que un ser humano puede realizar, aprender. Chile es una mesa para todos.

Francisco Muñoz Almendras

Ciudadano.

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