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Columnista

Dr. Darío Salas: Su fundamental aporte a la educación chilena

Leslia Jorquera

Conrado Pérez.
Ex Director UdeC.

por Leslia Jorquera

Motivado por la iniciativa de la Asociación de profesores jubilados de la UdeC local, de solemnizar la conmemoración de los cien años de la  publicación de la obra “Problemas de la Educación en Chile”  de Darío Salas, con un interesante acto académico en estos días, es mi deseo recordar, muy someramente también aquí, a este insigne educador, en el marco tanto de su pensamiento político, como de su visión pedagógica.

En la tercera convención del Partido Radical, en 1906, se funden las visiones representadas por Enrique Mac Iver y Valentín Letelier, cimentando  una opción marcadamente democrática, pero con un componente social muy potente para la época. Así se establece la orientación básica partidaria de restringir el poder del Presidente de la República y de los Partidos Políticos en aras de una mayor injerencia de la ciudadanía y, por otra parte, el deber legal del Estado de hacerse cargo de mejorar las condiciones de vida de los pobres y desamparados. Y va surgiendo, así, la aspiración a las libertades públicas, a la desconcentración del poder, a la igualdad y al progreso del país. A partir de este ideario se van explicitando condiciones necesarias como la instrucción pública no confesional y, más adelante, la de la igualdad de derechos de la mujer.

En este marco, hace justamente cien años, el Dr. Darío Salas, miembro de la colectividad, planteaba que principal problema para lograr la democracia era precisamente que “la mitad de nuestra población adulta carece del instrumento esencial para incorporarse a la vida cívica, el sufragio”, aludiendo genéricamente al marcado analfabetismo de la población. Ese año se presenta el proyecto de  ley de instrucción primaria obligatoria, rechazado, hasta 1919, año en que el ministro de educación aprobó su despacho para ser aprobada en el Parlamento en 1920. (En la foto, Acto público de celebración ese mismo año)

Nuestro homenajeado, profesor normalista, de castellano y francés, y doctorado en Pedagogía en 1907 en la Universidad de Nueva York, había publicado su obra El Problema Nacional en 1917, y había sido nombrado Director General de Educación Primaria en 1918 con la responsabilidad de implementar la Ley de Instrucción Primaria Obligatoria debatida por una década, la que tuvo en su base su visión democrática y su alta formación científica con John Dewey. No es difícil entonces concluir en que su aporte fue vital para la aprobación de la citada Ley en 1920 como inspirador y como gestor tanto en su tramitación como en su implementación.

No en vano el Dr. Jaime Caiceo Escudero, al presentar su libro “La pedagogía de Dewey en Chile: Su presencia a través de sus discípulos, en el siglo XX” en diciembre de 2016, para  la conmemoración de los cien años de la obra Democracia y Educación  de gran influencia en occidente, de este filósofo y pedagogo norteamericano, al referirse a Darío Salas como uno de  sus importantes discípulos sostuvo que  “La publicación de Darío Salas significó traer a Dewey a Chile. Eso posibilita que tras 10 años de discusión, en 1920, se publicara la ley de instrucción primaria. Sin Darío Salas, (…), no se hubiese podido contar con 4 años de escolaridad para todos los chilenos dados por el Estado, que a partir de 1927 se convirtieron en 6 y en 1965 en 8, en 2003 en 12…de escolaridad obligatoria”.

En efecto, la obra de Darío Salas, remeció el medio político y social de la época, y sigue inspirando a quienes se involucran con la mente y el corazón en el ámbito educacional. Y si no está su obra sobre la mesa en la Reforma Educacional actual, en parte es porque dicho proceso no ha llegado aún al corazón de lo que es la calidad, en cuanto factor fundamental de la formación moral y ética de las personas para vivir y acrecentar la democracia, con métodos que consideren la práctica como fuente de conocimiento, y base de honestidad, más allá del mero discurso. Con este enfoque será posible enfrentar en mejor forma nuestros debates, en especial en estos días de Campaña, tiempo éste que, por extraña paradoja, invita tradicionalmente al engaño más o menos sutil en orden a propósitos ajenos al bien común.

Volviendo a la iniciativa de la Asociación de profesores jubilados de la UdeC, debo terminar con una invitación a pensar nuestra democracia, aterrizarla a la comuna y la provincia, entendiendo la ciudad como una gran aula que nos cobija a todos, y de la cual no queremos egresar sin dejar algo para el futuro.

Conrado Pérez.

Ex Director UdeC.

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