Opinión

Un trozo de la Guerra Fría en Chile

Dr. Cristián Medina Valverde.
Académico de Instituto de Historia

Universidad San Sebastián

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01-06-2017_20-54-57CristianMedinaV. / FUENTE:

Los criterios centrales del proceso de reinserción de la administración Aylwin fueron la democracia y los derechos humanos”   

                                                    

El 29 de mayo se cumplió un año más de la muerte en nuestro país de Erich Honecker, el último custodio de uno de los símbolos de la Guerra Fría: el Muro de Berlín.

Las circunstancias que gatillaron la larga travesía política y jurídica que lo llevaron primero a la embajada de Chile en Moscú en 1991 y, luego, a su asentamiento definitivo en Chile han sido escasamente abordadas por la historiografía internacionalista chilena. La razón más probable es que el denominado “caso Honecker” se dio dentro de unas circunstancias nacionales y mundiales que constituyen un auténtico cambio de época y que debido a su magnitud opacan las complejidades que supuso para Chile el apoyo brindado entonces al ex político de la desaparecida República Democrática Alemana (RDA). Son los años del colapso del imperio soviético, del relevo en el Kremlin de Gorbachov por Yeltsin, se sustituye la bandera roja soviética por la rusa, cae el Muro de Berlín y se unifica Alemania.

A nivel interno, Chile evidenció procesos de cambio profundo en múltiples ámbitos que toman en consideración una serie de hechos fundamentales: el proceso de redemocratización, el interés de los países de la región por profundizar sus vínculos con Chile y las favorables condiciones internacionales para la inserción del país a nivel político y comercial. Los criterios centrales del proceso de reinserción de la administración Aylwin fueron la democracia y los derechos humanos como factores vinculantes con el escenario internacional, el modelo de desarrollo exportador y, por último, una activa y responsable participación a nivel multilateral. Como es sabido, la reinserción internacional de Chile tuvo como objetivo central afianzar externamente el proceso de transición democrática que se desarrollaba internamente en un escenario incierto y complejo.

Es evidente entonces que los Estados involucrados atravesaban complejos procesos políticos internos, a los que se agregó insospechadamente el “caso Honecker”, que generó un punto de conflicto internacional y tensionó la política doméstica de esos años.

La situación se da en un período histórico de intensa transformación y, desde el punto de vista jurídico internacional, se desarrolla en circunstancias nuevas. Con un Estado alemán que pretendía procesar al ex gobernante de un Estado extranjero, que como tal gozaría de inmunidad. Sin embargo, aquel “Estado extranjero”, es decir, la RDA ya no existía como Estado. Chile debió negociar con Estados que presentaron una situación jurídica nueva. La URSS había desaparecido y nuestro país fundamentaría su posición en normas de convenciones internacionales que este último Estado había suscrito, pero Chile negoció con Rusia y no con la URSS. Por su parte, Alemania había vuelto a ser un país unificado.

La situación involucró a tres países en una situación inédita de Derecho Internacional, cuya complejidad y matices políticos provocaron una larga negociación diplomática, no exenta de fuertes presiones internas y externas que es necesario desentrañar y dar a conocer.

Dr. Cristián Medina Valverde.

Académico de Instituto de Historia

Universidad San Sebastián

 

 

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