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Científico angelino es premiado en Asamblea General de la Unión Europea de Geociencias 2025

El geofísico Carlos Castillo Rivera, de 27 años, recibió el galardón "Outstanding Student and PhD candidate Presentation Award" por su investigación sobre el impacto de las tormentas geomagnéticas en la ionósfera. El evento reunió a más de 20 mil investigadores.

El geofísico Carlos Castillo Rivera, de 27 años, recibió el galardón Outstanding Student and PhD candidate Presentation Award, cedida
El geofísico Carlos Castillo Rivera, de 27 años, recibió el galardón "Outstanding Student and PhD candidate Presentation Award" / FUENTE: cedida

Un reconocimiento internacional que nace desde las aulas de la ciudad de Los Ángeles fue alcanzado por el joven científico Carlos Castillo Rivera, de 27 años, quien recientemente fue premiado en la prestigiosa Asamblea General de la Unión Europea de Geociencias (EGU) desarrollada este año en Viena, Austria.

El evento es de suma importancia, pues reúne anualmente a más de 20 mil investigadores de todo el mundo en torno a las ciencias de la Tierra, la atmósfera y el espacio.

JOVEN DESTACADO Y SOBRESALIENTE

En entrevista con Diario La Tribuna, el angelino dio a conocer que fue distinguido con el galardón "Outstanding Student and PhD candidate Presentation Award" o "Presentación sobresaliente de estudiantes y candidatos a doctorado".

Esto, gracias a su investigación "Evaluación de la asimetría interhemisférica utilizando el contenido total de electrones en latitudes altas durante tormentas geomagnéticas", un trabajo que busca comprender mejor cómo las tormentas solares afectan a nuestro planeta y a las tecnologías que usamos a diario.

EL PERFIL DEL INVESTIGADOR

Carlos Castillo nació y se crió en la capital provincial de Biobío. Inició sus estudios en la Escuela E-885 Pedro Ruiz Aldea, pero debió terminar la enseñanza básica en la Escuela España D-870 tras los severos daños que dejó el terremoto de 2010 en su antiguo establecimiento.

Más adelante, cursó su enseñanza media en el Liceo Bicentenario A-59, donde desarrolló múltiples intereses, tanto académicos como deportivos.

"Recuerdo con mucho cariño mis años como liceano. Jugaba fútbol todas las semanas en las canchas de la Villa Galilea, formé parte de la selección de básquetbol y también fui seleccionado nacional de ajedrez. Fueron años muy intensos, de amistades, pero también de mucho aprendizaje", rememora.

Desde pequeño se sintió atraído por el conocimiento. Antes de contar con Internet en su hogar, pasaba horas revisando la enciclopedia Encarta o mirando documentales de ciencia y naturaleza en canales como Discovery Channel y National Geographic.

"Me maravillaba entender cómo funcionaba el mundo. Siempre quise aprender por el gusto de saber, no necesariamente para tener las mejores notas", comenta con sencillez.

EL LLAMADO DE LA CIENCIA

Su vocación por la ciencia se consolidó al momento de elegir carrera. Recuerda que fue innata su inclinación por Geofísica en la Universidad de Concepción.

Lo anterior fue motivado, por supuesto, por su interés en fenómenos naturales como las auroras boreales y la posibilidad de aplicar la física y la matemática a la comprensión de procesos reales que afectan la vida cotidiana.

Durante sus años de pregrado, comenzó a especializarse en el estudio de la ionósfera, una capa de la atmósfera que se extiende desde los 60 hasta más de 1.000 kilómetros de altura y que es clave en la propagación de las ondas de radio y el funcionamiento del GPS.

Posteriormente, continuó su formación con un Magíster en Ciencias con mención en Física en la Universidad de Santiago de Chile.

Al día siguiente de haber defendido su tesis de postgrado, emprendió su viaje a Viena para participar en la Asamblea General de la EGU, donde presentó los resultados de su trabajo en formato póster. Ello generó un amplio interés entre la comunidad científica.

"Fue una experiencia muy enriquecedora. Pude discutir mi investigación con expertos de distintas partes del mundo y recibir una valiosa retroalimentación. Nunca imaginé que terminaría siendo uno de los premiados", señaló.

INVESTIGACIÓN CON IMPACTO TECNOLÓGICO

Su estudio apunta a comprender cómo las tormentas geomagnéticas —eventos provocados por la actividad solar que alteran el campo magnético terrestre— impactan de manera desigual en ambos hemisferios del planeta.

Este conocimiento es vital para anticipar y mitigar efectos que pueden ir desde fallas en sistemas de navegación satelital e interrupciones en las telecomunicaciones, hasta impactos en las redes eléctricas.

"La ionósfera se ve fuertemente afectada por estos fenómenos. Saber cómo y por qué cambia su comportamiento en latitudes extremas nos ayuda a prepararnos mejor frente a los riesgos tecnológicos que implica", sostiene.

El reconocimiento recibido en Europa representa no solo un hito personal, sino también una validación del trabajo científico chileno en contextos de alta exigencia.

"Este premio fue una señal de que voy bien encaminado. La ciencia es una vocación que requiere perseverancia, trabajo constante y muchas veces avanzar sin certezas inmediatas", reflexionó.

MIRANDO HACIA EL FUTURO

Respecto de sus proyecciones, Castillo comentó que se encuentra postulando a programas de doctorado para seguir perfeccionándose en el área de la física espacial.

Su meta es continuar investigando y, en el futuro, compartir sus conocimientos con nuevas generaciones y contribuir al desarrollo científico del país.

Con la experiencia vivida, el científico invitó a los jóvenes que sueñan con una carrera científica a atreverse, perseverar, a seguir lo que realmente les apasione: "Si hay algo que les mueve, síganlo con convicción. El camino puede ser largo, pero también profundamente gratificante".

Finalmente remarcó que tanto él como su hermano, que está a punto de finalizar su doctorado, eligieron ambos la ciencia. "Creo que esto se debe, en gran parte, a que nuestros padres siempre nos animaron a estudiar algo que nos gustara. Esa libertad y apoyo marcaron la diferencia", concluyó.




matomo