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La Tribuna

Julio Beltrán: protector del insecto trascendental para la vida en la tierra

por Gonzalo Meller

Con más de cuatro décadas dedicadas al rubro de criar abejas para aprovechar sus productos, el exitoso hombre de origen y compromiso campesino lucha contra la adversidad medioambiental que afecta a su pasión

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Como un triunfador sobre la vida que ha conseguido todos sus logros y objetivos se consideró Julio César Beltrán Cuevas. Contador de profesión, con distintos estudios dentro del área de administración, pero de corazón apicultor.

Hijo de Herminda Cuevas y Carlos Beltrán, nació el 21 de abril de 1946 en la comuna de Lautaro al sur de Victoria, Región de La Araucanía, pero aseguró que es angelino de corazón ya que “me vine de guagua para la ciudad”.

El apicultor dijo que desde pequeño la relación con sus padres fue excelente, aseverando que todo lo que ha conseguido actualmente fue gracias a la enseñanza, educación, y el ejemplo de sus progenitores.

Estudió en el Liceo de Hombres de Los Ángeles, donde realizó la preparatoria junto a humanidades. En cuanto a su niñez aseguró que fue una época fantástica y agradable porque “en el liceo existía un compañerismo junto a una amistad que me trae gratos recuerdos. Hasta el día de hoy nos juntamos en el liceo una vez al año con los exalumnos”. 

Posteriormente, obtuvo el título de contador en el Instituto Comercial, para realizar consecuentemente cursos de administración de empresas en UdeC, UBB y otros.

Su pasión por la apicultura se extendió a lo largo de toda su carrera académica, ya que “paralelo a toda la otra educación me fui capacitando en todos los cursos de apicultura que había en Chile y el extranjero”. Sus ansias de aprender más sobre el rubro le llevarían a Europa, hasta un encuentro mundial de apicultores vecinos. “Recorrí Alemania, Holanda, Inglaterra, Francia. Estuve más de un mes y fue fantástico porque afortunadamente andaba con un colega apicultor que dominaba idiomas”, comentó. 

De todas formas, su pasión por la cría y protección de las abejas comenzó desde muy pequeño.

UNA TAZA CON MIEL

En cuanto a la parte apícola, Beltrán comentó que esta germinó porque un vecino le regaló una taza con miel que no pudo probar durante un paseo. “Nos fuimos a bañar y cuando llegué, mis familiares se habían comido la miel, eso me motivó. Fui donde el vecino para negociar un cajón de abejas con él, dando unos pantalones por el cajón de abejas, que en ese tiempo tenían poco valor. El caballero se quedó con los pantalones que eran carísimos”, afirmó.

Su nueva posesión le llevaría a reproducirlas hasta que llegó a una cantidad importante comenzando su camino en el mundo apícola a una corta edad. “Yo tenía 12 años cuando fue lo de la caja de abejas, he estado toda mi vida dedicado a eso. Al principio no fueron muchos cajones. Yo me puse a trabajar en Los Ángeles y como tenía la necesidad de ir a ver a mi padre los fines de semana, entonces ahí me entretenía con las abejitas”, aseveró. 

Dentro del corazón de la provincia de Biobío conoció a su maestro, un gran apicultor de la zona llamado Pascual Ramírez. “Él me enseñó de una forma empresarial a manejar lo de las abejas, gracias a él crecí para ser uno de los mayores en volumen de la zona y el país”, puntualizó el apicultor.

DIFICULTADES QUE NO EMPAÑAN EL ÉXITO

El profesional aseguró que la apicultura es una forma agradable de vida, de la cual afortunadamente puede vivir, y pese a que el clima adverso genera problemas económicos, no se compara con la satisfacción final que a la larga siempre ha sido positivo. 

“En mi vida he tenido más satisfacciones que complicaciones. Soy una persona normal, he tenido los problemas que todo el mundo tiene, pero he sido muy feliz porque me he desarrollado en distintas actividades”, comentó.

Dentro de sus mayores logros, explicó que fue conseguir junto con las autoridades y colegas la construcción en Los Ángeles del Centro Tecnológico Apícola. “Este fue un edificio que partió de una escuelita rural, nos conseguimos los recursos y lo transformamos en esto, que es el más bonito y moderno de Latinoamérica”, explicó.

Entre otros se encontró ser el presidente de la comisión organizadora del evento más grande del mundo apícola que se llevó a cabo en Concepción. 

COMPROMISO CAMPESINO

La identidad campesina de Beltrán se ha manifestado en su  dirigencia de 6 años siendo presidente en distintos conjuntos folclóricos junto a clubes de cueca porque “me tocó dirigir muchas organizaciones y siempre tuvimos buenos logros. Me han dado muchas satisfacciones en la comuna, ya que hemos participado en concursos nacionales, que terminan en Arica donde competimos por el primer lugar nacional”.

Asimismo, precisó que participa en el rodeo desarrollando un sinfín de actividades que pese a sus 73 años de edad, aún tiene energías para poder hacerlo. “En el rodeo estuve en la parte administrativa, dirigencial, formando parte de la directiva nacional de la Asociación Nacional de Huasos Criollos de Chile. He tenido la posibilidad de hacer muchas cosas y para eso tengo energía”, dijo. 

SU FAMILIA

La familia de Julio la compone sólo su esposa y él debido a que “lamentablemente no tuvimos hijos, pero tenemos muchos sobrinos que nos alegran mucho la existencia”.

A su esposa, María Cristina Díaz, con quien lleva más de 40 años casado la conoció en una fiesta durante “esos famosos malones que habían antes, ella era funcionaria del hospital y una media pariente que organizó me invitó con el fin de reunir fondos para una colega enferma. Ahí nos conocimos e hicimos cambio de luces". 

A lo que cerró afirmando que “me tocó una gran mujer que me ha dado una gran felicidad”. 

ABEJAS EN PELIGRO: FIN DE LA   EXISTENCIA

Sin abejas no habría polinización, sin ésta, la hierba, animales y la vida podría dejar de existir. Por lo que el apicultor lucha contra su extinción, especialmente en el país. “Estamos complicados porque hay una situación de contaminación del aire junto a la tierra por los insecticidas que están creando muchos problemas a las abejas”, afirmó. 

A lo que agregó “en la mayoría de los países estos productos están prohibidos, pero en Chile no. Entonces lo traen de Europa acá, por eso cada día la cosa se está contaminando más”.

Entre otro de los problemas aseguró que se encuentra la destrucción de los recursos naturales ya que “el Estado ha permitido que se destruyan los árboles quillay que son una especie muy poderosa para la producción de miel”.

La lucha junto a las autoridades, entre ellos el diputado José Pérez Arriagada, sigue buscando eliminar los nefastos insecticidas en el país y la protección a las especies melíferas, que aportan al desarrollo de estos trascendentales insectos amantes de las flores.

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