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El movimiento telúrico, que alcanzó una magnitud de 6,6 grados, encendió momentáneamente las alertas en distintos países del Pacífico; sin embargo, los expertos aseguraron que el evento no reúne las condiciones necesarias para generar una ola de gran magnitud que afecte al territorio nacional.
De acuerdo con la información entregada por el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), el epicentro del temblor se ubicó a 26 kilómetros al oeste-sureste de la ciudad de Lae, con una profundidad estimada de 99 kilómetros.
Esa ubicación, junto con la distancia que separa a Chile de la zona del epicentro, reduce considerablemente cualquier posibilidad de propagación de una onda de tsunami hacia nuestras costas. Por lo mismo, el SHOA informó de manera oficial que no existe riesgo para el país, manteniendo su monitoreo permanente sobre la cuenca del Pacífico, tal como ocurre ante cada evento de este tipo.
En su reporte, la institución naval explicó que las características del movimiento no cumplen los parámetros que podrían originar un tsunami en Chile.
Esto ocurre, explican los especialistas, porque no basta con que un sismo sea de alta magnitud: debe además tener una profundidad superficial y un desplazamiento vertical importante del fondo marino, capaz de empujar grandes volúmenes de agua. En este caso, el temblor fue profundo y su origen tectónico no provocó ese tipo de movimiento, por lo que se descartó la formación de olas peligrosas.
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