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La Tribuna

Hasta 50 mil peregrinos se esperan en la celebración religiosa de "La Purísima"

por Juvenal Rivera Sanhueza

La localidad se convierte en el epicentro de la fe y la devoción mariana en la provincia de Biobío, siendo la más multitudinaria de la Diócesis de Santa María de Los Ángeles y una de las tradiciones religiosas más significativas de la región.

La tradición procesión de la Virgen María en la localidad de San Carlos Purén / Diario La Tribuna

Aunque la celebración religiosa es el próximo domingo 8 de diciembre, la peregrinación por la Virgen María de San Carlos Purén, conocida popularmente como la Purísima, ya tiene a decenas de fieles recorriendo el tramo a pie hasta la localidad situada en la ribera norte del río Biobío, 12 kilómetros al sur de Los Ángeles.

La localidad se convierte en el epicentro de la fe y la devoción mariana en la provincia de Biobío, previéndose que convoque entre 30 mil y 50 mil personas, siendo la más multitudinaria de la Diócesis de Santa María de Los Ángeles y una de las tradiciones religiosas más significativas de la región. 

Un aspecto distintivo de esta festividad es la participación de cerca de un millar de jinetes que llegan desde diversos puntos de la provincia.

Su presencia, que se ha consolidado con el tiempo, tiene raíces históricas: durante el siglo pasado, el caballo era el medio de transporte más común en las zonas rurales. Con el paso de los años, las cabalgaduras se integraron al acto religioso, y en la década de 1990, bajo el liderazgo de monseñor Miguel Caviedes Medina, obispo diocesano en esos años, se estableció un orden específico para los jinetes en la procesión. 

El aporte del entonces obispo Caviedes fue crucial para organizar la presencia de los jinetes. Se asignó un espacio y un recorrido particular para ellos, lo que incluyó medidas de resguardo para garantizar la seguridad de los peatones que asisten al evento. Además, se instituyó una pequeña eucaristía dedicada especialmente a los jinetes, reconociendo su devoción y esfuerzo por participar en la procesión. Este esquema se mantiene hasta hoy, consolidando el lugar de los jinetes como parte fundamental de la festividad. 

UNA DEMOSTRACIÓN DE FE Y COMUNIDAD

La procesión, que recorre las principales calles de San Carlos de Purén, culmina con una misa al aire libre donde miles de fieles se congregan para rendir homenaje a la Virgen de la Purísima. Durante el evento, se pueden observar expresiones de devoción que van desde cánticos y oraciones hasta ofrendas florales. 

La masiva convocatoria convierte a la procesión en un evento de gran impacto para la zona, con un significativo movimiento de personas que genera beneficios económicos para los pequeños comerciantes locales. Sin embargo, el aspecto más relevante sigue siendo la oportunidad de compartir una tradición que ha resistido al paso del tiempo, adaptándose a las necesidades de cada época sin perder su esencia espiritual. 

LA PURÍSIMA DE SAN CARLOS

La imagen de la Virgen María de San Carlos de Purén está íntimamente ligada a la época colonial en una temporada marcada por el límite fronterizo que representa el río Biobío.

Es que justamente mirando hacia este curso fluvial se sitúa el fuerte hispano, monumento histórico desde 1976, que dio origen al poblamiento de los años siguientes, siempre ligado a la imagen religiosa.

La peregrinación masiva de los feligreses católicos en su tiempo fue una manera de marcar presencia en un ambiente especialmente hostil debido a la presencia del poderoso imperio español, que por esos años dominaba justamente el mismo territorio teniendo como límite el río Biobío.

La figura religiosa de la Inmaculada Concepción fue traída directamente de España en el siglo XVII por un grupo de militares destinados a la Capitanía General del Reino de Chile.

De ahí, inició un viaje que la llevó por un tiempo a varios lugares en la frontera hispana, como Nacimiento, Bureo, Concepción y en Purén, antes de quedarse definitivamente en San Carlos.

Según cuenta la historia, pasada la mitad del siglo XVIII, la figura llegó hasta la localidad ribereña del Biobío, llamada en esos años Purén Nuevo, con la finalidad de distinguirlo de Purén Viejo que se encuentra ubicado en la cordillera de Nahuelbuta, entre las provincias de Malleco y Biobío.

Los permanentes levantamientos indígenas, conocidos como malocas, obligaron a trasladar a la población y a la imagen desde una ribera del Biobío a otra.

La situación comenzó a calmarse a fines del siglo XIX, junto con el avance del ejército chileno que se internó en las tierras de la nación mapuche, borrando para siempre la frontera natural que fue el río.

Lo anterior permitió que la villa de San Carlos se situara en su actual emplazamiento, consolidando una población en su entorno. Finalmente, ahí se quedó  la imagen de María que empezó a ser conocida popularmente como la Purísima de San Carlos de Purén, dependiente de la Diócesis de Santa María de Los Ángeles, la cual se venera y celebra el 8 de diciembre de cada año.

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