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Edición Especial Aniversario: Tres hitos fundamentales en la historia de Los Ángeles

por Juvenal Rivera Sanhueza

En los 284 años desde la fundación de la capital, ha habido hechos que han sido relevantes para el devenir de la zona. A continuación, se explicitan algunos de los más significativos.

Aniversario Los Ángeles / Fredy Muñoz / La Tribuna

1.- Fundación

La etapa fundacional de Los Ángeles está descrita como particularmente difícil. Nadie quería irse a vivir a la naciente villa, pese a los generosos incentivos en tierras para sus ocupantes.

Pero estaba la urgencia de marcar presencia en el territorio conocido como Isla de la Laja, esa zona situada entre los ríos Laja y Biobío, caracterizados por sus extensos arenales y suelos solo posibles de usar en la ganadería.

Sin embargo, quien planteó la importancia de levantar un poblado en el referido territorio es prácticamente un desconocido: Salvador Bermúdez Becerra. Ninguno lleva el nombre de una calle o pasaje y apenas se menciona en algunas publicaciones especializadas. Específicamente en el libro "Los Angeles durante la Colonia", escrito por el historiador y abogado Tulio González Abuter y por el abogado y ex alcalde de Los Angeles, Ricardo Acuña (fallecido en 1991).

El religioso es el obispo de Concepción pero oriundo de Santa Fe de Bogotá, Colombia. Había llegado desde Quito (Ecuador) a Concepción en 1734, teniendo a su cargo la Diócesis de Concepción hasta 1743, año en que fue promovido a la Iglesia de La Paz (Bolivia), donde murió.

¿Qué hizo este religioso? De acuerdo a lo sugerido por los autores del libro sobre la época colonial, Bermúdez fue quien sugirió al gobernador José Manso de Velasco la necesidad de instalar un poblado en esa zona de la Isla de la Laja. Es decir, fue el principal promotor de la fundación de Los Angeles. Es más, habría sido quien propuso poner el nombre a la futura villa.

Además, él mismo vino al lugar y también cooperó con la creación de la iglesia aportando dinero de su propio patrimonio. Dicho aporte lo hizo incluso cuando ya estaba radicado en La Paz (Bolivia) donde envió lo faltante para terminar la fachada del templo. Fueron artículos de plata avaluados entre 7 a 8 mil pesos, una pequeña fortuna para la época.

Una muestra de su importancia es un documento enviado al rey de España, escrito por Manso de Velasco, que data del 28 de febrero de 1739: "Habiendo visitado las plazas situadas en la ribera del río Biobío, último término de nuestra barrera en el presente sistema, hallo conveniente fortalecer la Isla de la Laja, construyendo en su centro un nuevo lugar con formal vecindad, para que su arraigo le facilite permanente subsistencia y seguridad, según el proyecto del Reverendo Obispo de esta ciudad".

Dicha influencia continúa en las cartas siguientes enviadas por el gobernador José Manso de Velasco al monarca hispano, en la que informa de los adelantos en el establecimiento de la población de Los Angeles y de otras materias, ponderando siempre la opinión eclesiástica.

Hay que tener presente que en ese tiempo, el obispo era el máximo representante del poder y la autoridad máxima de la jerarquía católica en América, además de representar el Papa. En consecuencia, poseía gran influencia en los súbditos españoles y mestizos, además de encargarse de velar por la situación de los indígenas y su evangelización. De hecho, siempre hubo un obispo en los parlamentos entre los representantes del rey y los mapuches.

Es decir, el rol del obispo Salvador Bermúdez fue fundamental para la creación de Los Ángeles, al mismo nivel de otros personajes de ese momento histórico: José Manso de Velasco y Pedro de Córdoba y Figueroa. La salvedad es que nadie recuerda ni reconoce lo hecho por el religioso colombiano.

2.- Comunicaciones

Fue en noviembre de 1875 que la villa de Los Ángeles dio un salto gigantesco para salir de su condición de aislamiento. En lo que debe haber sido uno de los mayores acontecimientos de ese tiempo, llegó el primer ferrocarril a la ciudad que, en esa época, no superaba los 4 mil habitantes.

Paradojalmente, no hay publicaciones escritas que den cuenta de tal situación. Recién a principios de 1877 se publican las frecuencias de salidas desde la estación de trenes de la capital provincial.

Y aunque fue solo un ramal de la línea central que pasaba por la localidad de Santa Fe, igualmente Los Ángeles contó con una forma rápida y efectiva de acortar los tiempos de viaje a ciudades como Concepción o Temuco que, antes, solo se hacían en extenuantes jornadas en carreta o a lomo de caballo.

Antes del arribo del tren, el territorio vivía prácticamente aislado durante la temporada de lluvias. Las crecidas de los ríos y esteros de la zona confinaban a la población a encerrarse por varios meses del año hasta que las condiciones del tiempo lo permitían. Solo unos pocos se atrevían a vadear los ríos para dirigirse a las villas cercanas.

Sin embargo, debieron pasar 80 años para que se produjera otro hito en materia de comunicaciones terrestres.

En la década del 50, la antigua y serpenteante carretera que comunicaba el país de norte a sur se estaba transformando en una expedita vía que permitía una fluida comunicación de vehículos, buses y camiones: era la Ruta Cinco Sur, alternativa al servicio de trenes.

No es que antes no se pudiera pero hacerlo era toda una aventura. Desde la masificación de los automóviles a contar de la década del ’30, viajar en vehículo era una posibilidad aunque llena de incertidumbre.

A modo de ejemplo, para viajar entre Ángeles y Chillán era necesario tomar el actual camino a Antuco, en el cruce de Las Canteras se empalmaba al norte, se atravesaba el río Laja y se seguía hacia Tucapel. Ahí había un gran obstáculo: las temidas arenas del Pangal del Laja, sector en que la mayoría de los vehículos quedaban atrapados. La oportuna y permanente presencia de yuntas de bueyes ayudaba a sacar a los automovilistas enterrados en el arenal.

¡Al cabo, era necesario un día completo de viaje sólo para llegar hasta la capital de Ñuble! Ahora ese trayecto se cubre en poco más de una hora por una carretera asfaltada de doble pista.

Sin embargo, con la puesta en operaciones de la Ruta 5 Sur a principios de la década del 60, Los Ángeles por primera vez contó con una expedita vía de comunicación directa, lo que representó una oportunidad para fortalecer su presencia en el contexto nacional y ser un nuevo aliciente a la economía local.

En 1962, el Presidente de la República, Jorge Alessandri, dio por inaugurada esta obra, en una ceremonia realizada en el puente sobre el río Duqueco, algunos kilómetros al sur de Los Ángeles.

A fines de los 90 y principios de ese siglo, se dio otro paso más en el fortalecimiento del transporte por carretera cuando se construyó la doble calzada de la Ruta Cinco Sur, en el tramo entre Chillán y Collipulli, que abarca fundamentalmente la zona de Los Ángeles.

Un dato para no olvidar: la organización de los vecinos impuso la idea que la nueva carretera de doble pista debiera cambiar de trazado y pasar por el sector poniente de la ciudad, a través de un by pass, que consideró cinco puntos de acceso a nuestra capital provincial.

3.- Desarrollo económico

Hay pocos hechos tan claros en su gestación y puesta en marcha y cuyo impacto haya sido tan fundamental y trascendental en el devenir de Los Ángeles. Eso sucedió con la implementación del riego, a tal punto que marca un antes y un después en la zona y explican lo sucedido en las décadas siguientes: un fuerte desarrollo económico que trajo aparejado el crecimiento demográfico.

A principios del siglo XX, era clara la importancia del regadío. Contar con ese recurso solo por efecto de las lluvias - copiosas en invierno y ausentes en verano - convertía nuestros amplios campos en vastos terrenos estériles, solo entregados al pastoreo del ganado y a la cosecha de algunos pocos productos que podían resistir la falta de agua en el tiempo de estío.

De hecho, el escritor Benjamín Subercaseaux, conocido por su libro "Chile, o, una loca geografía", resumía el paisaje local con una elocuente pero lapidaria frase: «Los Ángeles, otra vez las arenas».

Antes del despegue económico, la economía local era básicamente de subsistencia.

Sin embargo, ese desolador cuadro cambió con la implementación del riego, a contar de la primavera de 1925. Uno de los principales artífices del canal del Laja fue el abogado Francisco Rioseco, oriundo de Santiago y radicado en la ciudad. Él dio forma y encabezó la Asociación de Canalistas en 1916, responsable de crear esta magna obra de ingeniería.

Por medio de esa organización, que catalizó los esfuerzos desplegados a fines del siglo XIX, se consiguieron los créditos al Estado para iniciar las obras.

El primero gran paso ocurrió en 1925 cuando se llevó el agua a tierras antes improductivas. Primero fueron 40 mil hectáreas y luego se sumaron otras 20 mil, gracias a las obras complementarias.

Entonces, el suelo poco fértil y dominado por los arenales, dio paso al verdor de siembras y plantaciones de la más diversa especie, siendo clave para el desarrollo económico de la zona.

Es que sin el canal del Laja, las agroindustrias y toda la actividad asociada, simplemente no hubiesen existido. Un ejemplo fue la Cooperativa Agrícola y Lechera de Biobío, creada en 1927, que surgió bajo el empuje creador del riego al agruparse los productores lácteos de la zona. Años más tarde se instalaron la conservera Perelló (1937), la planta Chiprodal (1938) y la planta Iansa (1954).

Además de los cultivos tradicionales de trigo y maíz, muy pronto aparecieron los rubros ganadero, lechero y remolachero de una alta demanda de mano de obra. En los años siguientes, se incorporaron nuevos rubros, como el frutícola, de la mano de los arándanos,

Así de importante fue y es el riego, más aún en nuestros días cuando el agua se torna en un bien cada vez más escaso y, por cierto, cada vez más necesario.

Sin riego, lo más probable es que Los Ángeles sería un pueblo reducido a unos cuantos miles de habitantes que habitan un entorno poco amable, muy lejos de su actual status: es una de las ciudades más pujantes del sur de Chile y cuya población supera los 200 mil habitantes.

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