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“Hoy la autoridad pedagógica ya no se da por el solo hecho de ser profesor”, Carmen Claudia Acuña Zúñiga, académica escuela de Educación, Universidad de Concepción. / Diario La Tribuna

Violencia contra docentes: una realidad que golpea a las aulas de Biobío

por Claudia A. Fuentes Riveros

Un estudio aplicado a 148 profesores de nuestra provincia revela que más del 80% ha sido testigo de agresiones en su entorno laboral. La investigación alerta sobre protocolos ineficaces, el desgaste emocional del profesorado y la necesidad de un debate urgente sobre seguridad docente.


Enseñar se ha vuelto una tarea cada vez más desafiante para el profesorado de nuestra provincia y de todo el país. Así lo reveló a Diario La Tribuna Carmen Claudia Acuña, investigadora y académica de la Universidad de Concepción, quien dio a conocer los resultados de una investigación reciente aplicada a 148 docentes de establecimientos municipales, subvencionados y particulares.

Los resultados revelan un panorama preocupante: la violencia contra profesores ya no se limita a casos aislados, sino que constituye un fenómeno cotidiano en las escuelas y liceos de la zona.

El estudio —realizado junto a un grupo de estudiantes— muestra entre sus resultados que ocho de cada diez docentes han presenciado algún tipo de agresión hacia colegas, principalmente de carácter verbal o psicológico, perpetradas tanto por estudiantes como por apoderados.

"Las formas más recurrentes son los insultos, las amenazas y la interrupción constante de las clases", explica Acuña, quien enfatiza que si bien la muestra no es concluyente, sí da cuenta de cómo esta violencia tiene un fuerte impacto en la salud mental y el clima escolar.

PROTOCOLOS INEFICACES Y SILENCIOS NORMALIZADOS

Los datos revelan que, aunque el 48% de los profesores afirma haber sufrido directamente algún tipo de maltrato, un 41% de quienes lo han vivido decide no denunciarlo. Las razones son diversas: temor a represalias, desconfianza en los protocolos internos o simplemente la convicción de que "no sirve de nada".

"Lo que observamos es que muchos docentes normalizan ciertas prácticas violentas porque sienten que, al informar, no obtendrán apoyo real. En el mejor de los casos, se llama al apoderado, pero no hay sanciones claras ni medidas preventivas efectivas", advierte Acuña.

Esto se traduce finalmente en licencias médicas prolongadas, desmotivación y pérdida de vocación.

EL DECLIVE DE LA "AUTORIDAD PEDAGÓGICA"

La investigación sitúa el fenómeno en el marco de lo que se denomina "violencia antiescuela": agresiones hacia los docentes que ponen en tensión su autoridad. Según Acuña, este concepto refleja una transformación profunda de la relación profesor-estudiante, que no es propia de nuestro país, sino que coincide con estudios internacionales.

"Hoy la autoridad pedagógica ya no se da por el solo hecho de ser profesor. Se construye en el día a día y en una relación más horizontal con los alumnos. Lo preocupante es cuando esa autoridad se ve golpeada por la violencia, dejando al docente en una posición de vulnerabilidad", señala la investigadora.

En relación con los tipos de agresiones observadas, el estudio evidenció que la agresión verbal -insultos, rumores, amenazas, burlas o gritos- es la forma más recurrente de violencia contra los docentes. / cedida
En relación con los tipos de agresiones observadas, el estudio evidenció que la agresión verbal -insultos, rumores, amenazas, burlas o gritos- es la forma más recurrente de violencia contra los docentes. cedida

LLAMADO A UN ABORDAJE INTEGRAL

La violencia escolar en el Biobío no solo compromete la estabilidad emocional del profesorado, sino que también amenaza la calidad de los aprendizajes. Las investigadoras coinciden en que se requiere un abordaje integral, con políticas educativas que fortalezcan la protección docente, mejoren los protocolos de convivencia y promuevan un trabajo colaborativo con las familias.

"La escuela refleja lo que ocurre en la sociedad. No podemos pensar que estos episodios son aislados o exclusivos de ciertos contextos. Se trata de un fenómeno transversal que necesita un debate público serio y acciones concretas para resguardar la seguridad de quienes forman a las futuras generaciones", remarca Acuña.

Esta investigación surgió de la inquietud académica y personal de la docente de visibilizar un fenómeno evidente pero del que poco se habla, o existen datos, en el país. Según Acuña, es relevante ahondar en esta materia —darán continuidad a los datos pesquisados— ya que es importante sobre todo para la formación de nuevas generaciones de docentes, que deben desenvolverse en este "nuevo clima de aula".

Datos del estudio

·       81% de los docentes encuestados ha sido testigo de agresiones hacia colegas por parte de estudiantes o apoderados.

·       48% declaró haber sufrido directamente algún tipo de agresión, siendo la verbal la más frecuente.

·       71% de los incidentes ocurre dentro de la sala de clases; un 15% en pasillos o patios.

·       41% de los profesores que sufren agresiones no las reporta, lo que refleja normalización o desconfianza en los protocolos.

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