Consolidación del narcotráfico en la macrozona sur

El reciente Informe de Crimen Organizado en Chile 2025, elaborado por la Unidad Especializada en Crimen Organizado y Drogas (UCOD) de la Fiscalía Nacional, confirma un preocupante fenómeno que golpea con especial intensidad nuestra zona. Se trata de la ratificación de que el tráfico de drogas se ha consolidado como una grave amenaza a la seguridad de la macrozona sur. Este diagnóstico subraya que la economía ilícita es un problema serio para la Región del Biobío.

El narcotráfico ha dejado de ser una actividad delictiva aislada para convertirse en eje articulador de una serie de ilícitos violentos que impactan directamente a la ciudadanía y que, además, atraviesan capas hasta hace algún tiempo consideradas incorruptibles de nuestra sociedad.

En la Región del Biobío, el narcotráfico está íntimamente ligado a la extorsión, el secuestro y la trata de personas. La diversificación del microtráfico es otro factor de alerta, ya que si bien incluye marihuana, pasta base y cocaína, también se ha extendido a drogas sintéticas como la ketamina y la metanfetamina.

La consecuencia más visible de esta consolidación criminal es el aumento de la violencia. El informe revela una correlación directa entre el crimen organizado y los homicidios: la región de Biobío registró un 23,2% de víctimas de homicidios vinculados al crimen organizado en 2024, a pesar de que la tasa regional de homicidios ha disminuido marginalmente.

A esta compleja red de tráfico de drogas se suman otras economías ilícitas extendidas en la zona, como el robo de madera, cables y transformadores eléctricos e insumos agrícolas, así como el comercio ambulante ilegal. Lo más inquietante es que estas entidades han desarrollado la capacidad de blanquear activos en mercados formales, aumentando su poder económico y la dificultad de ser desarticuladas.

Lo que más preocupa es la "inacción" que se refleja en el hecho que no se ha logrado implementar políticas efectivas de prevención y combate directo del delito. Los datos actuales, lamentablemente, muestran una cantidad constante de delitos, sin una disminución radical que permita asegurar que la seguridad pública está mejorando.

El llamado es claro: enfrentar esta amenaza criminal en la macrozona sur requiere más que esfuerzos puntuales. Se necesita una estrategia de seguridad pública de gran escala, compromiso y continuidad que desarticule las redes de narcotráfico, detenga la articulación con otros crímenes violentos y aborde de manera frontal las debilidades que han permitido que organizaciones transnacionales se establezcan en la región. La mera mitigación ya no es una opción aceptable frente a la magnitud de este complejo desafío.