Editorial

Manósfera y representación

Manósfera, Imagen generada con Venice AI
Manósfera / FUENTE: Imagen generada con Venice AI

Durante los últimos años, la llamada "manósfera" —traducción del anglicismo manosphere— ha dejado de ser un fenómeno marginal para convertirse en una fuerza capaz de moldear las percepciones sobre el género y la masculinidad entre los adolescentes.

Este ecosistema digital —que promueve actitudes misóginas y que, en el mundo hispanoparlante, es promovido por influencers como Amadeo Lladós— opera mediante una reconfiguración del campo representacional sobre las masculinidades en torno al éxito, la subvaloración de la mujer y la idea de una sociedad ginocéntrica que desfavorece a los hombres.

Como señala Jane Gilmour del Instituto de Salud Infantil UCL Great Ormond Street, el cerebro adolescente —que se encuentra en búsqueda de identidad y es altamente sensible al estatus— está "perfectamente situado para consumir, aprender e internalizar" estas narrativas.

Según el investigador Alexander Dhoest de la Universidad de Amberes, en Bélgica, la arquitectura algorítmica amplifica este proceso, dado que permite que los contenidos se sitúen en el ámbito pedagógico y refuercen los roles de género tradicionales hasta, incluso, proposiciones que buscan la reducción de los derechos de las mujeres.

La investigación de Bunce, Zendle y Over (2024) evidencia que la participación masculina en la misoginia online predice directamente el grado de discriminación sexista que experimentan mujeres y niñas en sus entornos escolares, lo que implica que esas representaciones digitales trascienden la pantalla. Reset Australia (2022) documenta cómo los algoritmos adoctrinan sistemáticamente a los jóvenes con ideologías misóginas para crear "burbujas" algorítmicas que polarizan sus perspectivas.

En ese contexto, los "manfluencers" explotan esta arquitectura para envolver a sus audiencias de contenido misógino a través de temas aparentemente neutros, como la vida fitness, los esquemas de riqueza, las inversiones, los automóviles de lujo y otros (Baker, Ging & Brandt Andresen, 2024).

La investigadora Sophie Lively de la Universidad de Newcastle atribuye el origen del fenómeno al sistema neoliberal "hiperindividualista y orientado al mercado" que fomenta la competencia y la soledad. Los manfluencers monetizan estas inseguridades existenciales al ofrecer soluciones individualizadas a problemas sistémicos (Bujalka et al., 2022).

La evidencia sugiere que la manósfera no es simplemente un conjunto de "malas ideas", sino un síntoma de transformaciones socioeconómicas más profundas que plantean el desafío de desarrollar narrativas masculinas alternativas. Su capacidad de traducir las representaciones online en comportamientos offline evidencia la obsolescencia de separar lo virtual de lo real y las implicancias éticas de monetizar la inseguridad masculina a través de algoritmos diseñados para la adicción. Sin duda, constituye uno de los tantos vicios no regulados que genera la realidad mediada por las redes sociales.

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