Reacción local frente a las emergencias

El sistema frontal que golpeó con inusitada fuerza a la provincia y la región no solo ha puesto en evidencia una vez más la vulnerabilidad de la infraestructura y servicios básicos, sino también el nivel de preparación de nuestras instituciones frente a emergencias que, lejos de ser excepcionales, se repiten con una frecuencia que amerita un mayor nivel de preparación y reacción.

La provincia de Biobío, con miles de hogares sin electricidad, árboles caídos, semáforos sin energía y caminos bloqueados, es un reflejo del impacto que este tipo de fenómenos climáticos genera a nivel local. Pero también es un llamado de atención sobre el rol que deben asumir, con urgencia, los gobiernos comunales y las autoridades en general en estos episodios.

En situaciones como esta, los servicios públicos no pueden limitarse a entregar ayuda después de los hechos. Su verdadero desafío está en anticiparse y actuar con prontitud cuando la emergencia se está registrando.

La prevención, la mantención de cauces, la identificación de zonas de riesgo, la educación comunitaria, la coordinación con empresas de servicios y, sobre todo, el diseño de planes comunales de emergencia no pueden ser tareas postergadas o simplemente desechadas. Por el contrario, se trata del pilar fundamental de una gestión eficiente y responsable. Es así porque cuando estas acciones se retrasan, se hacen mal o quedan solamente en el papel y no se llevan a la práctica, los costos los paga la ciudadanía y especialmente los sectores más vulnerables.

Pero no se trata solo de recursos. Se trata de visión, de capacidad de liderazgo local, de saber movilizar a los equipos y a la comunidad organizada para responder con eficacia en el momento en que ocurren los hechos. Y, sobre todo, se trata de estar presentes y activos como servidores públicos, pues ese es el compromiso implícito asumido especialmente por quienes han sido elegidos para cumplir un rol donde el cuidado de los vecinos debe ser una prioridad fundamental.

Porque en cada temporal hay más que lluvia y viento: hay adultos mayores solos, familias que pierden lo poco que tienen, caminos bloqueados que aíslan a comunidades enteras. Frente a eso, la reacción de los líderes en cada una de las comunas es crucial.

Hoy, mientras se restablece la energía y se reparan los daños, no puede perderse de vista también el siempre necesario reforzamiento institucional, a través del fortalecimiento de la gobernanza local del riesgo, la modernización de la planificación urbana y la puesta a punto de planes de prevención y combate oportuno de estas emergencias, en apariencia cada vez más frecuentes.

No hay que olvidar que recién estamos a mediados de junio —aún no comienza oficialmente el invierno— y seguramente tendremos que enfrentar episodios tan o más graves que el vivido en las últimas horas.