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Prioridad vital

por La Tribuna

Hospital Los Angeles / Archivo / La Tribuna

No es ni parece razonable que un proyecto de salud tan importante para la provincia de Biobío, como lo es la construcción de un nuevo hospital, esté retrasado por la falta de un terreno que cumpla las condiciones para su emplazamiento. Considerando la urgencia de contar con un recinto que responda a las crecientes necesidades de la ciudadanía en una materia especialmente sensible, es evidente que las autoridades deben tomar cartas en el asunto de manera decisiva. 

La provincia de Biobío, con más de 400 mil habitantes, enfrenta enormes desafíos en materia de salud pública. El actual hospital, pese a que estuvo sujeto a un proceso de renovación que tardó más de 20 años, opera bajo una evidente sobrecarga. Las largas listas de espera, la saturación de los servicios de urgencia y las limitaciones de su infraestructura que restringen la posibilidad de realizar procedimientos como los tratamientos contra el cáncer, son parte de la realidad cotidiana que afecta a los pacientes y presiona al personal médico. Estas condiciones comprometen la calidad de la atención y generan frustración y descontento en una comunidad que demanda respuestas concretas. 

Un segundo hospital - moderno y funcional - es una necesidad que no admite dilaciones. Si bien el municipio angelino ofreció dos alternativas en terrenos que eran de su propiedad - que finalmente se desecharon por no cumplir con las exigencias mínimas para un recinto de esa naturaleza-, lo cierto es que la falta de un espacio ha retrasado el proyecto. Incluso, se apareciera ahora mismo un lugar adecuando, su materialización implica unos cinco años más por delante, entre estudios, construcción y puesta en marcha.

Hay que tener claro que la selección del terreno para un hospital no es un asunto menor. Debe cumplir con una larga lista de requisitos técnicos y logísticos, desde la accesibilidad para los pacientes hasta la capacidad de soportar las demandas estructurales de un edificio de alta complejidad. Pero esta tarea, aunque compleja, no debería ser un obstáculo insalvable cuando existe la voluntad de resolver. Existen mecanismos de coordinación entre las instituciones públicas y privadas que podrían acelerar la identificación y adquisición del terreno, siempre que exista voluntad política y un sentido de urgencia compartido. 

La demora en este proceso tiene consecuencias tangibles. Cada día que pasa sin avances concretos representa más tiempo en el que la comunidad sigue dependiendo de un sistema de salud colapsado. Además, se perpetúa la inequidad territorial, ya que otras regiones del país han avanzado con proyectos similares mientras Biobío sigue esperando. 

Es momento de que las autoridades locales, regionales y nacionales prioricen este proyecto como una política pública de máxima relevancia. La ciudadanía no solo necesita, sino que merece respuestas claras y un compromiso decidido en querer resolver esta situación. No se trata únicamente de construir un edificio, sino de garantizar un derecho fundamental: el acceso a una salud digna y oportuna para los habitantes de la provincia. 

La salud de una comunidad es un indicador clave de su desarrollo. Postergar proyectos tan significativos como el segundo hospital no solo perjudica la calidad de vida de las personas, sino que también debilita la confianza en las instituciones encargadas de velar por el bienestar colectivo. El llamado es unívoco: avanzar sin más dilaciones, porque la salud no puede seguir esperando.

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