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Incendios forestales de sexta generación

por La Tribuna

Incendio Las Pitras / Archivo febrero 2023

El combate de incendios forestales en Chile se ha convertido en un desafío cada vez más complejo debido al impacto del cambio climático y al aumento de los denominados incendios de sexta generación. Estos fenómenos extremos, caracterizados por su rápida propagación, alta intensidad y capacidad para generar su propio clima, han puesto en jaque a las autoridades, la comunidad y los recursos disponibles. 

En los últimos años, eventos devastadores como los incendios de 2017, 2023 y los de febrero de 2024 en Valparaíso han dejado una profunda huella. Estas tragedias no solo arrasaron con miles de hectáreas, sino que también cobraron vidas humanas, destruyeron viviendas y afectaron actividades económicas clave. En este contexto, el director regional de Conaf en Biobío, Esteban Krause, ha enfatizado la importancia de la coordinación interinstitucional para enfrentar esta creciente amenaza. 

Los incendios de sexta generación, un término que describe incendios forestales de gran escala con comportamientos erráticos, representan un peligro sin precedentes. Estos siniestros pueden alcanzar temperaturas extremas y, debido a la intensidad de las llamas, generan columnas de humo que forman pirocúmulos, nubes capaces de producir tormentas eléctricas. Este fenómeno agrava la situación, ya que las descargas pueden iniciar nuevos focos, creando un ciclo destructivo que resulta extremadamente difícil de controlar. 

El cambio climático ha exacerbado las condiciones para estos incendios. Aumento de temperaturas, sequías prolongadas y vientos intensos han creado un escenario propicio para su desarrollo en lugares muy dispares, como Australia, Estados Unidos y Grecia. Según Krause, en regiones como Biobío se observan incendios en zonas que históricamente no eran vulnerables, lo que está estrechamente relacionado con la migración de familias desde áreas urbanas hacia el campo. Esta dinámica ha incrementado la necesidad de educación y prevención en comunidades rurales, donde el uso irresponsable del fuego y la falta de preparación agravan el riesgo. 

Conaf ha reforzado sus esfuerzos preventivos, construyendo cortafuegos, capacitando a residentes y prohibiendo prácticas peligrosas como las quemas agrícolas. Asimismo, la colaboración con Carabineros, la Policía de Investigaciones (PDI) y empresas forestales ha sido clave para investigar y sancionar a los responsables de incendios intencionales, que representan más del 60% de los casos en la región. 

La infraestructura y los recursos disponibles también han sido fortalecidos. En Biobío, equipos aéreos, brigadas terrestres y maquinaria especializada, como skidders para construir cortafuegos, forman parte de un sistema de respuesta que busca contener los siniestros antes de que se conviertan en desastres mayores. Sin embargo, ante incendios de sexta generación, estas medidas pueden ser insuficientes debido a la magnitud del problema. 

La temporada actual presenta riesgos latentes que requieren una acción conjunta y decidida. La comunidad juega un papel crucial al denunciar actitudes sospechosas y al cumplir con las normativas preventivas. Al mismo tiempo, es fundamental valorar los bosques no solo como espacios de recreación y actividad económica, sino también como elementos esenciales para el equilibrio ambiental y social. 

Chile enfrenta un desafío monumental en el combate de los incendios forestales. La amenaza de los incendios, particularmente los de sexta generación, no solo exige más recursos y coordinación, sino también un cambio cultural que priorice la prevención y el cuidado de los ecosistemas. La tarea es inmensa, pero indispensable para proteger vidas, patrimonio y un futuro sostenible.

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