La historia que se repite

Los soldados que ahora están cumpliendo su servicio militar, como los de la Brigada Motorizada "Huamachuco", en Putre, tenían apenas unos meses de vida cuando se produjo la tragedia de Antuco, aquel incidente ocurrido el 18 de mayo de 2005 en la zona cordillerana de nuestra provincia de Biobío, que costó la vida de 44 conscriptos y un sargento en medio de una violenta tormenta de nieve. El hecho, que ha sido catalogado como la peor tragedia del Ejército en tiempos de paz, tuvo como protagonistas a jóvenes de nuestra zona que entraron a su periodo de formación militar con la convicción que sería una gran experiencia de vida, incluso, pudiendo convertirse en un futuro laboral.

Lo que sucedió es historia conocida. Esa madrugada del 18 de mayo,  los soldados con apenas 40 días se instrucción recibieron la orden de marchar hacia un refugio cordillerano sin la alimentación ni la ropa adecuada, en condiciones del tiempo especialmente hostiles. A un grupo de oficiales se le dio la baja, hubo cinco condenados por la justicia y solo para uno de ellos - el mayor Patricio Cereceda, quien dio directamente la orden de marcha-, purgó un par de años en la cárcel castrense.

19 años después, la historia parece repetirse. Aunque sin la gravedad de lo ocurrido en Antuco, la muerte de Vargas se produce por una marcha en condiciones complejas sin la preparación ni la indumentaria adecuada. Su deceso ha impactado al país mientras que su madre, Romy Vargas, ha denunciado negligencia de parte del Ejército y ha anunciado la presentación de acciones legales.

Tras el deceso, más de 100 conscriptos que realizaban su servicio militar junto a él han renunciado a continuar en las filas castrenses. Y la amputación de la mano de su compañero se ha sumado a la tragedia. El joven es uno de los dos conscriptos que fueron trasladados desde Arica hasta el Hospital Militar de Santiago. Ambos se encuentran sedados y uno de ellos se mantiene en estado grave.

El propio comandante en jefe del Ejército, Javier Iturriaga, admitió que la primera información entregada por su institución sobre la muerte de Franco Vargas "adoleció de falta de precisión", por lo que dispuso el llamado a retiro de los altos mandos militares de la zona.

"Es doloroso constatar que la información preliminar entregada adoleció de falta de precisión, y ello llevó a las diferentes contradicciones que han sido de público conocimiento, materia que seguimos investigando para establecer la verdad y precisar si existió ocultamiento de información o derechamente se mintió" agregó.

El jefe del Ejército también admitió que el trabajo en Putre le dejó "una duda razonable respecto de la correcta ejecución de la instrucción, del cumplimiento de los protocolos de régimen interno y protocolos sanitarios" y que "hubo falta de diligencia y omisiones para pesquisar adecuadamente, y en un tiempo prudente, falsedades y tergiversaciones que conducen a la responsabilidad de mando de las máximas autoridades de la zona".

Justamente ese mismo tipo de situaciones fueron las vividas en Antuco en 2005. Incumplimiento de los protocolos de la propia institución para cumplir con los ejercicios de marcha, además de la falta de criterio de los mandos para dar instrucciones, lo que devino en una tragedia mayúscula.

Episodios como el de Antuco fueron un fuerte remezón en el Ejército para evitar los errores, especialmente en la formación militar de jóvenes. Parecía que lo vivido en aquella vez era lección aprendida pero, después de lo ocurrido en Putre, la institución deberá reforzar, mucho más que antes, todos sus protocolos para evitar nuevas tragedias. Y así evitar que, a futuro, la historia vuelva a repetir.