Editorial

Prueba Pisa

Si se quiere ver el vaso medio vacío en los resultados de la prueba Pisa 2022 para Chile, se puede argumentar con propiedad que ha habido un evidente deterioro en la calidad de la educación. En cambio, si se observa el vaso medio lleno, la tesis más plausible es que aunque hubo una innegable caída en las evaluaciones, fue bastante más atenuado que lo ocurrido a nivel global. Ni hablar dentro del contexto latinoamericano en que nuestro país presente la mejor calidad de educación (aunque demasiado lejos de los primeros lugares).

En lo que sí hay coincidencia es que la pandemia de Covid-19 dejó una marca imborrable en la educación y la prueba PISA 2022 es su evidencia más elocuente. El promedio de la OCDE disminuyó en casi 15 puntos en matemáticas y cerca de 10 puntos en lectura en comparación con la medición de 2018 aunque el rendimiento promedio en ciencias se mantuvo estable. La tendencia negativa no es nueva, ya que se venía observando desde antes de la pandemia, especialmente en matemáticas desde 2009, en lectura desde 2012 y en ciencias, donde prácticamente se han estancado durante una década.

En línea con la tendencia global, Chile también tuvo descensos en matemáticas y lectura, aunque no tan marcados como el promedio de los 81 países/economías participantes. De hecho, sólo cuatro mejoraron su desempeño en las tres áreas entre 2018 y 2022.

Si bien en esta asignatura no se observó una disminución significativa en comparación con 2018, con una diferencia de -5 puntos, es innegable que esta merma, sumada a la anterior, nos ha dejado prácticamente en el mismo nivel de principios de ese siglo. Sin embargo, los promedios suelen encubrir realidades diversas. Las mujeres experimentaron una disminución significativa de 11 puntos, lo que duplicó la brecha de género. Además, las diferencias entre el quintil socioeconómico más bajo y el más alto se redujeron, no solo debido a que los estudiantes de nivel más bajo aumentaron sus puntajes en 10 puntos, sino también porque, lamentablemente, los estudiantes de nivel más alto disminuyeron en 14 puntos. Raya para la suma, Chile presenta un 55,7% de estudiantes que no alcanzan las competencias mínimas requeridas para participar completamente en una sociedad moderna, en contraste con el 31% en los países de la OCDE.

En lectura tampoco se observó una disminución significativa con respecto a 2018 (-4), pero sí en comparación con la del 2015. Una vez más, las mujeres fueron las más afectadas debido a una caída de 11 puntos en comparación con la medición anterior. Además, se repitió la tendencia vista en matemáticas en cuanto a la reducción de las brechas socioeconómicas. Alarmantemente, un tercio de los estudiantes chilenos no demuestra las competencias básicas de comprensión lectora necesarias para desenvolverse eficazmente en la sociedad actual.

Solo en ciencias, Chile mantuvo el idéntico puntaje respecto a la medición anterior, aunque es el mismo de los 16 últimos años.

En términos generales, en un hecho cierto que nuestro país sigue lejos del promedio de la OCDE, aunque nos destacamos en el contexto latinoamericano.

Todavía queda mucho por explorar, más allá de la simple comparación de las cifras. La evaluación imparcial de los resultados entre países con niveles de desarrollo, inversión por estudiante y desigualdades tan heterogéneas es esencial. Este enfoque enriquecerá nuestra comprensión de los factores y variables que influyen en los resultados, tanto desde la perspectiva del estudiante como del contexto sociocultural. Es imperativo llevar a cabo este proceso lo más pronto posible para fortalecer el plan de reactivación educativa que Chile necesita con urgencia, al igual que el resto del mundo.

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