Urbanismo para resolver problemas

Este 8 de noviembre se conmemora el Día Mundial del Urbanismo, fecha propuesta en 1949 por el ingeniero y catedrático argentino Carlos María della Paolera con la finalidad de poner en valor la planificación urbana y llamar la atención respecto a la necesidad de generar ambientes sanos con espacios verdes libres de contaminación y así evitar el hacinamiento de la población.

En la actualidad, son más de 30 países en cuatro continentes que adhieren a esta celebración, incluido nuestro país.

Han pasado más de siete décadas desde aquella determinación que surgió como una manera de proponer ambientes urbanos más equilibrados, donde se procure un balance entre naturaleza y las ciudades modernas. Palabras que parecen cobrar cada vez más sentido en el contexto de la crisis climática, social y de salud que se vive en el planeta y que nos deben interpelar como actores en el contexto local.

La carencia de un ordenamiento territorial y una planificación urbana que integre la dimensión medioambiental y la salud de la población de manera real y sistémica en Chile, son síntomas de una falta de voluntad o una incomprensión de la gravedad del problema y la urgencia con la cual requiere ser abordada. Sabido es que son otras las dinámicas que prevalecen en el desarrollo urbano actual, como también en la administración del territorio, que no guardan relación con la dimensión cualitativa.

En Los Ángeles se observó dicho panorama cuando a principio de los ’90 se tomó la determinación de levantar conjuntos habitacionales, uno tras otro. En su momento se buscaba resolver una necesidad acuciante: responder a la demanda habitacional para las miles de familias que vivían de allegadas. Sin embargo, no se consideraron las necesidades de servicios y de conexión para una población que creció de manera desbordada.  La falta de planificación urbana ahora está pasando la cuenta, básicamente a través de soluciones parciales ante la imposibilidad de resolver la globalidad.

Últimamente se ha sostenido que con la pandemia se abre una oportunidad de cambiar este paradigma, aprovechando este llamado de alerta que visibiliza nuestra fragilidad. Pero todo indica que, una vez controlada esta crisis, las cosas seguirán por un similar derrotero. Por otro lado, surgen los espacios que pueden emanar de la Convención Constituyente. Si bien la nueva Constitución puede constituir una luz de esperanza a nivel país, no será suficiente si no va acompañada de las voluntades políticas, el empoderamiento ciudadano y el conocimiento de los expertos para ofrecer escenarios alternativos sostenibles, equitativos y viables.

Se necesita un verdadero cambio de timón; un desarrollo sostenible armonioso con los ecosistemas naturales que abogue por ciudades saludables, seguras, inclusivas y resilientes.

Coincidente con la conmemoración de este día y la reflexión a la cual nos invita, es imperativo abrir espacios de divulgación, para permear y revertir las lógicas fragmentarias y sectoriales, y así incidir en las decisiones que afectan a nuestro hábitat y convivencia, de manera que lo que se planifique a futuro considere enfoques que, en definitiva, tomen en cuenta que viven personas que necesitan una buena calidad de vida.