Crimen organizado

Rihue siempre ha sido una localidad tranquila. Lejos del frenesí de las urbes más pobladas, Su ambiente campesino no sabe de mayores preocupaciones. Ni de congestiones, ni premuras ni de inseguridades mayores.

Sin embargo, esa calma fue brutalmente interrumpida a fines de septiembre por un doble crimen. Un hombre fue asesinado en un vehículo que fue quemado, mientras que otro estaba muerto a balazos, a pocos metros del sitio donde el automóvil ardía. El estupor de los habitantes de Rihue fue más que evidente: nunca habían vivido un incidente así en las últimas décadas.

En las últimas horas se ha sabido que detrás de este brutal homicidio estaría la peligrosa organización criminal conocida como el Tren de Aragua, de origen venezolano, que ha tejido sus redes por todo el continente. La bestialidad del doble asesinato, aparentemente ciudadanos venezolanos, es una característica indeleble de esta banda delictual.

Es la señal, en medio de las clarinadas de alerta por los crímenes violentos en distintos puntos de nuestra región, que nos pone de sobre aviso para actuar de manera oportuna frente a una de las manifestaciones del crimen organizado, verdadero cáncer que afecta a las sociedades latinoamericanas.

Las organizaciones criminales a menudo utilizan la violencia y la intimidación para tener poder y control sobre territorios y actividades ilegales, lo que incluye asesinatos, secuestros, extorsiones y otros actos violentos.

Además, el crimen organizado permea, infiltra y corrompe a instituciones gubernamentales, fuerzas policiales, empresas e incluso organizaciones no gubernamentales, socavando la capacidad del Estado para hacer cumplir la ley y debilitando la confianza en las instituciones.

Muchas organizaciones criminales están involucradas en el tráfico de drogas, armas, personas, órganos y otros bienes ilegales, que busca ocultar sus ganancias ilegales a través del lavado de dinero para financiar otras actividades criminales.

En algunos casos, el crimen organizado ha escalado a tal punto que desencadena conflictos armados y desestabilizar países enteros, como lo que sucede especialmente en naciones centroamericanas, muchos de cuyos habitantes han optado por buscar mejor fortuna en otros países.

En muchos casos, las organizaciones criminales están involucradas en actividades que representan una amenaza para la seguridad nacional, como el terrorismo, el tráfico de armas y la ciberdelincuencia.

Es imperioso que la lucha contra el crimen sea un desafío constante que requiere la coordinación de esfuerzos a nivel nacional e internacional. No existe otro camino posible. Todos los recursos que sean necesarios, deben ponerse a disposición para frenar a las bandas criminales, como el Tren de Aragua, antes que se termine enquistando e sociedades tranquilas, como lo que sucedió en la siempre apacible localidad de Rihue, en la comuna de Negrete, cuyos vecinos aún buscan una explicación para semejante crimen.