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Tiendas tradicionales

por La Tribuna

Tiendas tradicionales / Archivo La Tribuna

El cierre definitivo de Calzados Fiel, después de más de 40 años de funcionamiento, es una nueva demostración del cierre de establecimientos que no han podido hacer frente a la competencia, no solo de las grandes cadenas instaladas en los centros comerciales (o malls), sino que también a los productos que se venden a través de las redes sociales.

La explosión de las ventas online a partir de la pandemia y su confinamiento forzoso, abrió la vitrina de par en par para que productos elaborados en distintos puntos del planeta estuvieran al alcance de un click en un teléfono inteligente.

No solo se compran zapatos, sino un ‘cuantohay’ de productos y artículos que, a través de las formidables cadenas logísticas, pueden llevar al cabo de algunas horas, días o semanas hasta la puerta de nuestra casa, no importando si aquel producto se elabora en el otro lado del mundo.

Es la consecuencia de mercados cada vez más globalizados y cada vez más hiperconectados que ya no necesitan una vitrina instalada en un sector céntrico de la ciudad para ofrecer sus artículos, sino que salen a buscar a sus potenciales clientes en los dispositivos electrónicos, aprovechando que pasan conectados varias horas al día.

Son los tiempos actuales. Es la realidad que ahora debe enfrentar buena parte de los locales comerciales de antaño que aún permanecen en pie. Esos establecimientos que solían ser emprendimientos familiares que, gracias a una esmerada atención personalizada, tenían una clientela cautiva. Eran otros tiempos cuando el vendedor y el comprador se saludaban con cordialidad porque se conocían de tiempo, se sabían los requerimientos de antemano e, incluso, se podía adquirir la mercadería y pagarla después. Eran vínculos de confianza generados por el trato de persona a persona.

Ahora se prescinde del vendedor. El cliente puede pasar horas y horas revisando fotografías y videos con toda la gama de productos a su disposición hasta que encuentra el indicado. Un par de click y la compra está hecha. Solo queda esperar a que el producto llegue. Horas o días. Como si fuera poco, si no queda conforme, lo puedo devolver sin costo y pedir el reintegro del dinero.

Esta nueva tendencia deberá acentuarse con la irrupción de la inteligencia artificial que está incorporada cada vez con más fuerza en las distintas etapas del proceso de compra.

Ciertamente que algunas actividades comerciales, como las tiendas de ropa y zapato, inexorablemente tenderán a desaparecer o a disminuir su participación en el negocio.

Hace un siglo, cuando los primeros automóviles comenzaron a surcar las polvorientas calles de villas y ciudades, poco tiempo después los carruajes tirados por caballos - los mismos que se emplearon por siglos - pasaron a ser parte de los museos o, en el mejor de los casos, a usarse como un atractivo turístico para visitantes ocasionales.

Sin embargo, la irrupción de los vehículos marcó el inicio de nuevas actividades, de nuevos oficios y profesiones fundamentales para responder a esa necesidad. Desde choferes de alquiler hasta mecánicos con especialidades muy particulares comenzaron a emerger en el marasmo de actividades relacionadas.

En este tiempo en que la velocidad de los cambios muchas veces supera la capacidad de adaptación, se debe entender que lo que ocurrió con la tienda de calzado (y que seguirá sucediendo otras similares) es parte inexorable del progreso.

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