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Cáncer de piel

por La Tribuna

El verano invita a aprovechar el tiempo para tomar sol. En playas, ríos y lagos o, incluso, en el patio de la casa es habitual que se tiendan las toallas para aprovechar que los rayos solares vayan tornando la piel de un paulatino tono bronceado.

Sin embargo, a diferencia de lo que sucedía hace 40 años o más en que no se aplicaba ninguna medida de protección, ahora existe total conciencia que la exposición al sol debe realizarse con cuidado, en determinados horarios y con filtros que evitar los efectos más nocivos, incluido el cáncer.

Fue recién a mediados de los años ’80 cuando se conoció de la existencia de un agujero en la capa de ozono, una zona de la estratósfera que tiene la virtud de actuar como un escudo para prevenir los nocivos rayos ultravioleta emitidos por el sol.

Dicho agujero, que fue consecuencia directa de la acción humana por el uso de los CFC como enfriador para refrigeradores y equipos de aire acondicionado, se concentraba justamente en esta parte del planeta.

Desde entonces, se han impulsado medidas para eliminar los elementos que afectan a la capa de ozono, además de realizar campañas para evitar que las personas se sobreexpongan al sol, de forma de evitar su peor consecuencia: el cáncer de piel.

Sin embargo, pese a lo anterior, en los últimos años se ha percibido un incremento sostenido de esta enfermedad, tanto en Chile como en el mundo. Según datos del Departamento de Estadísticas e Información de Salud (DEIS) del Ministerio de Salud, entre el 2012 y 2022 aumentaron un 37% las defunciones por esa enfermedad, específicamente por el melanoma maligno y otros tipos de tumores de la piel.

El ritmo de crecimiento de este cáncer ha sido exponencial. De acuerdo a la Fundación Arturo López Pérez (FALP), de 20 o 25 pacientes con lesiones sospechosas en su piel, 15 presentan efectivamente cáncer. Sus edades fluctúan entre los 40 y los 60 años, pero también ocurre entre gente más joven. Una de las causas pudiera ser la desinformación y la escasa conciencia en décadas pasadas sobre la relación directa entre esta enfermedad y la radiación ultravioleta.

Si bien los chilenos se han vuelto cada vez más receptivos a las iniciativas que alertan de los peligros de la radiación solar y promueven el cuidado de la piel, es necesario contar a nivel nacional con programas públicos que adviertan y eduquen puntualmente sobre esta temática, sostiene el doctor Álvaro Pantoja, jefe Unidad Dermato-oncología de la FALP.

En la actualidad, el uso de protectores solares, lentes, sombreros y ropa oscura es fundamental para evitar los efectos nocivos de la radiación solar. Sin embargo, en verano, en playas o piscinas, puede haber cierto relajo que redunde en consecuencias que se pueden evitar.

Por lo mismo, es importante fortalecer el mensaje, a través de la educación en todos los niveles de aprendizaje, que esos elementos de protección se deben emplear todo el año, más aún cuando las investigaciones han dejado claro que la sobreexposición a los rayos solares, tanto esporádica como permanente, es acumulativa, con lo cual se incrementa el riesgo de cáncer de piel.

Además, también se debe avanzar en la divulgación sobre qué antecedentes personales aumentarían el riesgo de desarrollar esta enfermedad. La participación activa de las personas en el autocuidado (prevención) y aprendizaje de metodologías tales como el autoexamen cutáneo (detección precoz), representan estrategias comprobadas para contener tanto el aumento de su incidencia como el tratamiento oportuno en etapas tempranas.

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