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Héctor Llaitul

por La Tribuna

Lo de Héctor Llaitul era una provocación permanente. En sus declaraciones más recientes, que fueron divulgadas en los últimos días, el líder de la Coordinadora Arauco Malleco (CAM) hacía apología de sus afanes secesionistas respecto del Estado chileno y reivindicaba la legitimidad del uso de la violencia armada, cuya fuente de financiamiento era el mercado ilícito del robo de madera, delito recurrente en la Macro Zona Sur.

Llaitul parecía gozar de la más completa impunidad para actuar y operar en la zona de conflicto, con especial acento en las faenas de las empresas forestales que operan entre las provincias de Arauco y Malleco (en las regiones del Biobío y la Araucanía, respectivamente), las cuales eran víctimas de lo que el propio líder de la CAM catalogaba como acciones de sabotaje, sin importar si habían heridos o víctimas fatales. Al cabo, el fin justificaba los medios.

Con el paraguas de la causa mapuche, Llaitul no dudaba en justificar los ataques armados y las quemas de camiones y maquinaria, situaciones que han sembrado el miedo entre los habitantes de las zonas más castigadas por el terrorismo y la violencia rural.

Por eso, es altamente positivo que ahora, por fin, pareciera iniciarse un proceso legal que pondrá coto a ese tipo de actuaciones delictuales que la sociedad no puede ni debe tolerar bajo ningún punto de vista.

Luego de seis horas de audiencia, este jueves el Juzgado de Garantía de Temuco decretó su prisión preventiva y fijó un plazo de investigación de 30 días, tras ser detenido por efectivos de Investigaciones en la ciudad de Cañete.

Al líder de la CAM se le imputan delitos por infracción a la Ley de Seguridad del Estado y otras del Código Penal: de usurpación, atentado contra la autoridad y robo de madera. Para ello, la Fiscalía expuso una serie de videos, además de escuchas telefónicas donde se acreditaría la participación del imputado en los delitos que se le imputan.

Después de enumerar los delitos, el fiscal regional Roberto Garrido advirtió que la fiscalía considera la libertad del imputado es peligrosa para la sociedad por una cuestión de carácter práctico, además porque la conducta del imputado pasa de esta incitación inicial de hacer una apología de estas mismas acciones, y va incrementando en el tiempo, no sólo en el curso de estos dos años, sino que en su historia vital".

A dicha orden de detención se adjuntaron "los antecedentes que dan cuenta del delito y la participación a través de declaraciones de testigos, pruebas periciales, interceptaciones telefónicas, fotografías, pruebas periciales balísticas en algunos casos".

"Estas conductas que han sido investigadas desde el 2020 por el Ministerio Público y hasta recientemente, donde se destaca una serie de comportamiento del imputado que contradicen este principio; no son sus dichos, no son sus ideas simplemente lo que configuran los delitos materia de la imputación, son acciones concretas. Tienen que ver con quién es él, hacia quién va dirigido, cuál es el mensaje, y cuáles son las consecuencias específicas de tales acciones", preciso el persecutor.

La detención y formalización de Llaitul debe ser un punto de inflexión. En las sociedades con mínimos civilizatorios, la resolución de los conflictos y las demandas reivindicativas se canalizan por las vías formales y democráticas. Y lo que ha hecho el dirigente de la CAM está lejos de lo que debe suceder en una sociedad civilizada y, por lo mismo, debe hacerse cargo de su responsabilidad ante el Poder Judicial.

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