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La Tribuna

Iansa, ¿una empresa en extinción?

por Cristian Delgadillo Rosales

Chile debe seguir creando empresas nuevas, innovadoras, que permitan remplazar a aquellas que, por razones culturales, económicas o de producción, en un futuro no podrán seguir funcionando. No podemos continuar apagando incendios en el día a día, hay que prepararse y proyectar.

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En el año 1953 nace en nuestro país la Compañía Industria Azucarera Nacional S.A. e instala su primera planta azucarera aquí, en Los Ángeles. Desde ese episodio, ha pasado más de medio siglo. Su funcionamiento alejado de sectores densamente poblados en esos años, cambió rotundamente con la expansión inmobiliaria y, cada cierto tiempo, la ciudad se entera de sus operaciones por los fuertes olores que emite a la atmósfera.

Pero hoy el tema es otro: entre 2008 y 2013, los chilenos redujeron en un 3,4% el consumo de azúcar, lo que significó una reducción de las plantaciones de remolacha y la ya tradicional polémica por los precios de esta materia prima.

Si bien en 2016 las cifras le seguían afectando positivamente a la empresa, siendo el segundo país a nivel mundial que más consumía azúcar en el mundo, el panorama ha ido cambiando. La prohibición de venta de ciertos alimentos en los colegios, los sellos negros y diversos programas tendientes a reducir el consumo de azúcar, por un lado, han ido favorablemente creando conciencia de llevar una vida más sana, pero, por otro, y pese a los esfuerzo por innovar en otros productos, para Iansa el impacto ha sido desastroso.

Con los hechos expuestos, el pasado jueves, la azucarera confirmó definitivamente que no volverá a procesar remolacha en la planta de Linares y que sólo concentrará de forma definitiva la producción en los centros de Los Ángeles y San Carlos.

Frente a esto, obviamente crece la preocupación de los trabajadores de Los Ángeles y sus familias al ver cómo, poco a poco, la empresa se va desmoronando.

¿Es el fin de una de las empresas más importantes en la historia del país? ¿Qué está haciendo el directorio para evitar el fin? ¿Es suficiente el trabajo en materia de innovación para dar un giro y permitir la subsistencia y la capitalización de la compañía?

Las razones del fracaso de la azucarera requieren un análisis muy profundo. Claramente, como sector empresarial, si la industria no da la rentabilidad necesaria, claramente, debe ir reduciendo los costos, afectando a trabajadores y sus familias y a todos quienes viven en torno a ella. Pero el Estado de Chile debe hacerse responsable también de apoyar a quienes van perdiendo sus fuentes laborales.

Ahora bien, los tiempos definitivamente están modificando nuestras conductas. Es posible que el cierre de Iansa Los Ángeles sea una realidad en unos años más, y otras empresas no están exentas de vivir situaciones similares. Pero, ¿de qué manera se está incentivando a que el empresariado cree nuevas plataformas de negocios que hagan migrar a los trabajadores a otros rubros sin afectar las fuentes de empleo? Nuestro país ahí está al debe. El mejor ejemplo de mala resolución es lo que sucedió con Lota tras el cierre de Enacar y parece que, a pesar de los años, poco hemos aprendido en esta materia.

Chile debe seguir creando empresas nuevas, innovadoras, que permitan remplazar a aquellas que, por razones culturales, económicas o de producción, en un futuro no podrán seguir funcionando. No podemos continuar apagando incendios en el día a día, hay que prepararse y proyectar.

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