Editorial

Los presos de Punta Peuco: una decisión que nadie quiere tomar

La mandataria dejó en claro que esta determinación, no le acomoda, no la quiere hacer y es comprensible.

La pregunta es ¿quién estaría dispuesto a tomar una decisión que reflota las diferencias más duras de nuestro país?

El gobierno militar o la dictadura - dependiendo del sector político de cada persona - ha marcado las generaciones, polarizándolas, dividiéndolas y sembrando el odio hacia uno u otro lado. En vez de aprender la lección, retrocedimos.

En lugar de buscar lo que muchos han llamado la “reconciliación nacional”, lo cierto es que eso nunca ha existido y probablemente nunca pasará. Esto porque las posiciones frente a las violaciones a los derechos humanos son tan extremas, que no existe posibilidad alguna de consenso.

Por ello, resulta complejo lo acontecido en los últimos días en nuestro país, enfocado principalmente en el penal de Punta Peuco.

La semana pasada, diez condenados por graves violaciones a los Derechos Humanos, pidieron perdón durante una ceremonia ecuménica.

El tema es que, para muchos, estas personas seguirán siendo torturadores, secuestradores o degolladores que actuaron bajo el nombre del Estado para cometer estos crímenes, mientras que para otro grupo, son personas que debieron hacer lo que hicieron para devolverle la tranquilidad al país.

¿Han escuchado alguna vez decir “eran unos o los otros”? por supuesto que sí.

Ahora hay que ver las razones que llevan a estos presos a pedir perdón.

Se ha encendido el debate en la opinión pública respecto a si los presos con enfermedades terminales, pueden pasar sus últimos días fuera de la cárcel.

Quienes sostienen la negativa, acusan que ese perdón no es válido y para que ello eventualmente ocurra, los presos, además del perdón, deben entregar toda la información de la que disponen para dar consuelo a las familias de los detenidos desaparecidos o víctimas de la dictadura.

La propia Presidenta de la República -quién podría eventualmente entregar este indulto-  aclaró que no tiene una opinión definitiva sobre el tema, pero fue clara en señalar que el arrepentimiento no basta y que las familias necesitan saber qué pasó.

En consecuencia, la mandataria dejó en claro que esta determinación, no le acomoda, no la quiere hacer y es comprensible.

La pregunta es ¿quién estaría dispuesto a tomar una decisión que reflota las diferencias más duras de nuestro país?

 

 

 

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