Cuando las dudas restan a la esperanza de vivir

Detrás de cada persona necesitada de un trasplante, hay una historia. Una familia que lucha y se aferra a mantenerlos con vida.  Nadie escatima esfuerzos. En las últimas semanas, el país se conmovió con el caso de la adolescente Jacinta Zañartú, de 17 años, quien recibió un doble trasplante de pulmón y corazón, órganos que fueron aportados por la familia de Patricio Barrios, de 38 años, quien falleció debido a un accidente cerebro vascular. En total, fueron cuatro los órganos donados por Barrios, ayudando a tres pacientes.

Al caso de Jacinta se suma el de la pequeña Estefanía Lizama, de 11 años, quien sufre de fibrosis poliquística hepato-renal, con varices esofágicas e hipertensión portal. La cirugía, que se realizó en el hospital Luis Calvo Mackenna, pudo concretarse luego de que apareciera un donante de riñón e hígado para la menor, oriunda de Villarrica y quien padece la enfermedad desde los ocho meses de edad.

Estefanía figuraba entre las 12 personas con prioridad nacional debido a lo delicado de su trasplante.

Mientras los familiares de Jacinta y Estefanía tienen esperanza en la evolución de los trasplantes, una familia de la Región de Biobío llora la partida de Renato Parra, quien era prioridad nacional para un trasplante de pulmón. No resistió la espera de un donante. El hombre de 60 años, oriundo de Talcahuano, se encontraba internado desde abril en la UTI del Hospital del Tórax a la espera del órgano, debido a una fibrosis pulmonar idiopática que padecía desde 2012. 

El donante nunca llegó.

La lista de espera alcanza actualmente a mil 820 personas, en contraposición con la baja cifra de 155 trasplantes y 62 donantes en lo que va del año 2016. Esto lleva a reflexionar respecto al problema original y que no radica en cómo se definen las prioridades en la lista de espera, sino en la cantidad de donantes que tenemos como país. ¿Qué necesitamos, entonces, para restablecer las confianzas y aumentar la mezquina cifra de donantes en Chile?

La presidenta de la Corporación del Trasplante, Ana María Arriagada, asegura que lo que le falta a las familias que esperan una donación de órganos no es dinero, influencias ni exposición en los grandes medios de comunicación, sino que donantes: en Chile, de cada millón de habitantes, sólo siete son donantes efectivos.

En Los Ángeles, el año pasado, gracias a la decisión generosa de una familia, la noche del 21 de agosto se realizó con éxito el cuarto procuramiento en los pabellones del complejo asistencial, hasta donde llegó el equipo del Hospital Regional de Concepción, encabezado por el doctor Esteban Arias, logrando extraer los riñones. Uno quedó en la región y el segundo entró al pool nacional para evaluar su compatibilidad.

Otro caso recordado se registró en diciembre del 2009, tras el fallecimiento de Camila Moscoso, de 22 años, estudiante de segundo año de Enfermería, quien sufrió múltiples derrames cerebrales. Fue así como su padre, Ricardo Moscoso, en ese entonces prefecto de la PDI de Los Ángeles, decidió junto con su mujer, Verónica Campusano, donar los órganos de su hija. Esos casos son minoría, de acuerdo con la realidad que se vive en el país, mientras familias siguen con la esperanza de un donante para sus seres queridos.

La decisión debe ser rápida. Todo queda condicionado a la voluntad hasta del último de los familiares. Cualquier pariente consanguíneo hasta el cuarto grado inclusive.

Hay quienes se oponen a la donación de órganos al temer que sus seres queridos no sean tratados con respeto y dignidad durante el procedimiento. O por experiencias anteriores que los enfrentaron al dolor de la muerte.

Son detalles que resultan trascendentales. Desde una sábana sin restos de sangre hasta acompañar en la entrega del cuerpo, y que no sea considerado un trámite, son detalles importantes a partir de los cuales se pueden generar cambios a favor de más de mil 800 pacientes que están en la lista de espera.