Una pausa en la intensa guerra comercial que han sostenido Estados Unidos y China marcó este martes un giro en la economía global.
Ambas potencias acordaron una tregua de 90 días a contar del 14 de mayo, que implica una importante rebaja arancelaria mutua y la apertura de un canal de diálogo permanente, aunque sin llegar aún a un acuerdo definitivo.
Según lo informado, Washington reducirá sus aranceles a productos chinos desde un 145% a un 30%, mientras que Pekín hará lo propio bajando sus impuestos del 125% al 10%.
A pesar de este avance, Estados Unidos mantendrá restricciones específicas a sectores como el acero, aluminio y automóviles, además de aplicar un 20% adicional a ciertos productos como medida de presión por el rol de China en la crisis del fentanilo.
El ministro de Hacienda, Mario Marcel, se refirió al tema desde Chile, calificando esta tregua como "positiva", aunque remarcó que no representa el fin del conflicto. En ese sentido, señaló que el Gobierno centrará sus esfuerzos en mitigar el impacto de la incertidumbre en los mercados internacionales, que sigue latente.
El economista René Fernández, académico de la Universidad de Santiago de Chile, destacó que la reacción de los mercados será variable, dependiendo de cómo avancen las negociaciones entre ambas potencias.
Por su parte, Benjamín Villena, del Instituto de Políticas Económicas de la Universidad Andrés Bello, recordó que un alto porcentaje de las importaciones estadounidenses corresponde a productos en proceso dentro de cadenas de suministro globales, lo que incrementa la tensión ante cualquier cambio arancelario.
Ambos países acordaron mantener un arancel general del 10%, pero con importantes matices. El caso del fentanilo ha sido especialmente sensible para la administración de Donald Trump, que busca con estas medidas presionar a China para reforzar su control sobre la exportación de precursores químicos usados en la fabricación de esta droga, responsable de una grave crisis de salud en Estados Unidos.
