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Su muerte fue confirmada por algunos de los clubes que dirigió, entre ellos Oriente Petrolero de Bolivia, entidad que lamentó públicamente su partida.
La institución fue una de las primeras en comunicar el deceso del histórico técnico, cuya carrera quedó especialmente marcada por la gesta mundialista con Bolivia en Estados Unidos 1994.
Aunque no se ha precisado oficialmente la causa de muerte, distintos medios internacionales señalaron que en los últimos años el entrenador español enfrentaba problemas cardíacos.
Azkargorta asumió la dirección técnica de la selección chilena en 1995, en pleno recambio estructural del equipo nacional. Sin embargo, los resultados no lo acompañaron. Su ciclo se caracterizó por un rendimiento irregular y por la dificultad para consolidar un plantel competitivo rumbo a las clasificatorias de Francia 1998.
El escenario terminó por quebrarse tras el debut eliminatorio frente a Venezuela. Chile solo logró un empate 1-1, resultado que generó cuestionamientos inmediatos al proyecto y que derivó en la salida anticipada del técnico.
En su renuncia, Azkargorta dejó una frase que se transformó en parte del anecdotario futbolístico nacional: "Una vez muerto el perro, se acaba la rabia".
Con esa expresión, el entrenador graficó la presión del entorno y la imposibilidad de sostener su continuidad en la banca chilena.
Más allá de su paso por la Roja, Azkargorta es recordado principalmente por su vínculo con Bolivia. Su clasificación histórica al Mundial de 1994 lo consolidó como un referente del fútbol altiplánico.
La carrera del entrenador vasco incluyó también experiencias en clubes de España, México, Japón y otras ligas latinoamericanas, consolidando un perfil técnico respetado y conocido por su carácter directo y su fuerte personalidad.
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