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"Queremos ser un ejemplo regional": Sindicato de la Corporación Cultural de Los Ángeles busca profesionalizar el arte

por Fernando Velásquez

La organización gremial, pionera en la provincia, agrupa a 19 de los 24 trabajadores del espacio y ya cerró su primera, aunque compleja, negociación colectiva. Su presidenta, Eliana Lauro, destaca el rol fiscalizador y el compromiso con fortalecer la cultura local frente al incremento presupuestario institucional.

Eliana Lauro, directora de la Escuela de Teatro, lidera el sindicato de la CCMLA, que busca influir en las decisiones de programación y curatoría. / Edición Diario La Tribuna

La profesionalización del sector cultural en Los Ángeles dio un paso histórico en julio de 2024, cuando se constituyó el Sindicato de Trabajadores de la Corporación Cultural Municipal de Los Ángeles (CCMLA), primera organización de este tipo en la comuna, cuyo objetivo es dignificar las condiciones laborales en un área tradicionalmente precarizada y establecer estándares para el desarrollo artístico regional.

La iniciativa, que comenzó con ocho miembros fundadores y hoy agrupa a 19 de los 24 trabajadores de la CCMLA, surge en un contexto de crecimiento institucional significativo. El presupuesto aumentó de $450 a cerca de $650 millones en los últimos años, lo que para los artistas, asistentes y curadores debía reflejarse en mejores condiciones laborales.

Eliana Lauro, presidenta del sindicato y directora de la Escuela de Teatro de la corporación, explica que la instancia de coordinación surge en respuesta a ciertas necesidades básicas de los trabajadores, como la percepción de aguinaldos, el aumento de los días administrativos y la aplicación de reajustes salariales de acuerdo con el IPC, beneficios que no constaban en sus contratos pese al crecimiento presupuestario.

El proceso no estuvo exento de dificultades. La primera negociación colectiva requirió la mediación municipal para evitar una huelga. Finalmente, el contrato colectivo se firmó en abril de 2025.

Más allá de las reivindicaciones laborales, el sindicato se proyecta como un ente fiscalizador que busca influir en las decisiones de programación y curatoría, para promover la inversión en producciones locales por sobre espectáculos externos y fortalecer las escuelas formativas.

—¿Cuál fue la coyuntura que lleva a formar el primer sindicato cultural de Los Ángeles?

La corporación era pequeña cuando empezó: no teníamos un espacio físico y trabajábamos pocas personas a boletas de honorarios, sin contrato. Poco a poco fue adquiriendo más presupuesto hasta alcanzar este espacio maravilloso de ahora. Nosotros vimos y fuimos parte de ese crecimiento, colaborando con él. Por lo tanto, es lógico que si la corporación crece, tiene más presupuesto y mayores comodidades, eso también impacte en sus trabajadores.

—¿Qué rol jugó la salida de la gerenta fundadora en esta decisión?

Hace un par de años, la gerenta fundadora de la corporación, Javiera Matus, renunció. Nosotros, que empezamos con ella desde cero y juntos construimos todo esto, acusamos el golpe porque no sabíamos quién iba a llegar ni cuál sería su visión. Ya venían pasando varias situaciones que debíamos atender, y ella siempre nos aconsejaba. Cuando formamos el sindicato, entendimos que el grupo genera más fuerza.

—¿Cómo fue el proceso de constitución del sindicato?

Nos consolidamos como equipo. Al principio éramos ocho porque la figura de un primer sindicato genera mucho miedo en los trabajadores, y no se sabía cómo el empleador lo tomaría. Lo decidimos con los primeros valientes, a quienes les agradezco en todo momento. Todos tenían una antigüedad considerable en la corporación, de entre 7 y 11 años.

—¿Cuáles eran las principales carencias laborales que enfrentaban?

Teníamos solicitudes muy básicas en esta primera negociación: aguinaldos, que no teníamos; días administrativos, que teníamos cuatro y los aumentamos a seis; y reajuste de acuerdo con el IPC, que tampoco lo teníamos establecido dentro de nuestros contratos. En términos presupuestarios, la inversión en los trabajadores era mínima, por lo que el petitorio era muy inicial.

—¿Enfrentaron problemas durante la negociación?

Había mucha resistencia a la organización y a las solicitudes que estábamos haciendo. Al ser la primera vez, era esperable que fuera más difícil. Hubo prácticas con las que no estuvimos de acuerdo, sin embargo, la insistencia nos permitió sacar adelante las demandas.

—¿Cómo lograron finalmente cerrar la negociación?

Cuando nos vimos atados de manos y llegamos a las últimas instancias de la negociación, donde teníamos que ir a huelga al día siguiente, se nos ocurrió ir a golpear las puertas de la municipalidad. Logramos tener como la mediación del alcalde, y eso generó una mayor apertura del directorio.

—¿Qué papel jugó la comunidad en este proceso?

Activamos todas nuestras redes, y la comunidad que se vincula con la corporación salió a apoyarnos. Ahí se dieron cuenta de que no éramos ocho, sino que había cerca de 350 personas, entre usuarios, artistas y gente de producción que nos apoyaron. Cuando vieron que teníamos un movimiento social mucho más grande, entendieron que el impacto iba a ser mayor.

—¿Cuál es la proyección del sindicato más allá de las reivindicaciones laborales?

Queremos ser un ente regulador y fiscalizador para que se tomen las decisiones correctas en términos presupuestarios, de programación y curatoría. No es lo mismo gastar en producciones millonarias que vengan de Santiago a invertir ese mismo presupuesto en producciones locales, en cuidar al artista local y en tener una apertura continua con las personas que quieran desarrollar una carrera.

—¿Cómo ven el futuro de la cultura en Los Ángeles?

Tenemos que seguir fortaleciendo la formación y empezar a trabajar con los que ya formamos. La Escuela de Teatro mueve generaciones de actores y actrices que muchas veces no tienen donde seguir desarrollándose. El próximo paso es entregarles un espacio de profesionalización y empezar a validar a los mismos artistas que nosotros formamos.

—¿Qué significa para el sector cultural este proceso de sindicalización?

Somos una institución cultural que funciona con fondos públicos, y tenemos que estar a la cabeza de los derechos laborales. Somos la segunda infraestructura más grande de la región y somos un ejemplo. El arte tiene que cuestionar y romper ciertos estándares establecidos. En ese punto también necesitamos una estructura que nos ampare y que nos valide como artistas y creadores. La sindicalización es un paso necesario para el sector cultural en Chile, históricamente precario y desvalorizado.

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